• Está bien que agrade, pero no que agobie.
  • La comida, antes llamada vientre, se ha convertido en un nuevo dios.
  • Y al tiempo cunden la tontuna del vegetarianismo y la barbaridad del veganismo.
  • Al parecer, el 'joie de vivre' tiene que ver más con el chuletón y el vino tinto.
  • las espinacas no dan para tanto dramatismo. 
La voracidad con la que devoran algunos vegetarianos me lleva a pensar que no se hacen vegetarianos por amor a los animales sino por odio a las plantas. En cualquier caso, siempre me ha llamado la atención que cuanto más vegetarianos -no digamos nada los veganos- más tristes. Y, casi por la misma vía, algunos exquisitos, de la escuela Masterchef, me recuerdan la frase de James Beard: "un gourmet que piensa en las calorías es como una prostituta que mira su reloj". Al parecer, el 'joie de vivre' tiene que ver más con el chuletón y el vino tinto. Y ya puestos, podemos deducir que todo gourmet es un pobre hombre que, a falta de ideales para su alma, posee un objetivo para su estómago. En cualquier caso, la obsesión actual por la buena mesa, precisamente cuando nadie cocina en casa, precisamente con la obsesión existente por mantener una buena figura, resulta una de esas contradicciones modernas que conducen indefectiblemente a la frustración. Créanme: la comida no es para tanto. Está bien que agrade, pero no que agobie. Y además, los programas de cocina son para horteras. Las espinacas no dan para tanto dramatismo. Eulogio López eulogio@hispanidad.com