• ¿Y las elecciones? Cuanto más tarde mejor.
  • Dice Margallo que el problema es de comunicación: un palo a Soraya.
  • Y, en efecto, la vicepresidenta parece la repelente niña Vicenta.
  • Pero ningún partido ha perdido el gobierno por no saber comunicar.
  • Margallo es un católico que nunca pondrá en peligro su carrera política por sus convicciones.
En Hispanidad hemos dicho muchas veces que Margallo (en la imagen) es, probablemente, la mejor cabeza con la que cuenta el Ejecutivo de Mariano Rajoy. He dicho la mejor cabeza. En su entrevista con el diario ABC -que, por cierto, nunca le ha tratado demasiado bien- del pasado domingo 23, Margallo aprovecha para dar dos palos: a su peor enemiga en el Gabinete, Soraya Sáenz de Santamaría y a su colega Jorge Fernández. Para el canciller, las elecciones "cuanto más tarde mejor", porque "con este Gobierno pasa como con el amor: hoy te quiero más que ayer y menos que mañana". Él mismo sabe que es mentira. De hecho, las cifras macro mejoran mientras la desafección al PP crece. En cualquier caso, según José Manuel García Margallo la culpa del declive demoscópico del Gabinete Rajoy radica en la comunicación: el problema del Gobierno, antes y ahora, es la comunicación". Ya se sabe quién es la ministra portavoz del Gobierno: Soraya. Y también se sabe quién se dedica a tocarle las narices a Margallo en los medios informativos. La jefa de Gabinete de Soraya, esto es, María González Pico. La verdad es que resulta poco creíble que el culpable de la escasa querencia ciudadana de un Gobierno sea la política de comunicación -un tópico demasiado simple, impropio de Margallo- pero algo más de verdad alberga su añadido sobre los problemas del PP: "El contacto con los ciudadanos para trasmitir todo lo que hay que trasmitir". Y es cierto, en ese aspecto, Soraya, siempre pendiente de las cámaras, lo hace especialmente mal. Siempre habla en plan reinona, y al público le parece la repelente niña Vicente. Luego está lo de Jorge Fernández. Escuchen sus palabras sobre el escándalo-burbuja de su cita con Rodrigo Rato. Escuchen a Margallo: "Si la versión del ministro (de su compañero Jorge Fernández) es correcta, el ministro del Interior hizo lo que tenía que hacer". Es decir, que Margallo no se acaba de creer que le recibiera porque Rato estaba preocupado por su seguridad. Pues muy mal, don José Manuel, eso de no creer a un colega. Le está poniendo usted en berlina. Y si no le cree, pues dígalo. En cualquier caso, Margallo está llamando idiota a Fernández. Y no olvidemos que Margallo, al igual que Ana Pastor, no quiere competidores próximos a Rajoy en su lucha por sustituir a Soraya en la Vicepresidencia. Por lo demás, Margallo en su línea. Un tipo inteligente, capaz, con gran sentido común, pero con un amor desmedido por su currículo. En plata, se dice cristiano, pero no está dispuesto a poner en solfa su carrera por sus convicciones cristianas. Véase Ley de aborto del políticamente asesinado Gallardón. Insisto, no era una ley provida, ni de lejos, pero sí era un espejo ante el que cual retratarse. Eulogio López eulogio@hispanidad.com