• Si lo prefieren, políticamente correctos. Piensen en Rajoy, Sánchez, Iglesias o Rivera.
  • O en Wyoming, Vázquez, Ferreras y Sussana Grisso.
  • Todos ellos inhabilitados para la sensatez. Y lo que es peor: ídolos y esclavos, todo a un tiempo. 
  • El problema es que cuando no se cree en nada se acaba pensando cualquier cosa, incluidas las más sublimes majaderías.
  • Y la sonrisa se les convierte en mueca.
Es demasiado bueno para ser mío, así que tengo que confesar que está extraído del 'Sermón de las caídas públicas', de Fray Luis de Granada: "Si esos hombres se condenaren no sólo padecerán pena por sus propias culpas sino por las de aquello que pervirtieron". Porque ya saben (Mt, 18-7): "¡Ay del mundo por los escándalos!". No, no es verdad que Fray Luis de Granada se refiriera a políticos y estrellas de televisión cuando pronunció estas palabras. De hecho, nada dicen las crónicas. Sin embargo, existen fundadas sospechas de que la proposición es aplicable a esos dos colectivos. Los que tienen el poder y los que tienen la influencia en la sociedad presente, razón por la cual la sociedad marcha viento en popa y todos nos sentimos orgullosos del mundo que nos ha tocado en suerte. ¿A que sí? Es curioso como el modernismo, y su variante relativista, ha hecho presa en estos dos colectivos, precisamente los que más posibilidad tienen de pecar de escándalos: políticos y estrellas de la televisión. Pero eso fue hace 25 años, ahora la cosa ha 'progresado' mucho. En su caso, el modernismo se deja ver en cierto relativismo pedestre, de lo más primitivo. Algo así como el ya viejo, "nada es verdad ni mentira, todo depende del color del cristal con que se mire". Políticos y televisivos han dado el salto que denunciara Ronald Knox, cuando definía el pensamiento del siglo XX en el cambio del 'yo pienso' por 'yo opino'. Entiéndame no es que a los televisivos -los más influyentes- y a los políticos -que siguen siendo los más poderosos- les acuse de pensar cosas raras: de lo que les acuso es de no atreverse ni a pensar. No son relativistas, no son modernistas, no son reaccionarios ni revolucionarios, ni tan siquiera se les puede calificar de nihilistas, más bien vegetales, porque tampoco sabrían expresar su nihilismo. Y es entonces cuando la sonrisa se les convierte en mueca y se convierten en ídolos y esclavos de lo políticamente correcto, todo a un tiempo. El problema es que cuando no se cree en nada se acaba pensando cualquier cosa, incluidas las más sublimes majaderías. Y cuando predica su increencia acaba sembrando escándalo. Y será responsable de sí mismo y de aquellos a los que pervirtió. Consulten a Fray Luis. Una última reflexión: ahora piensen en Rajoy, Sánchez, Iglesias o Rivera. O piensen, también, en los no menos peligrosos Gran Wyoming, Jorge Javier Vázquez, García Ferreras o Susanna Griso. Modelos de vida para millones de personas y todos ellos, estos ocho y muchos más, políticamente correctos. Cristianos abstenerse. Eulogio López eulogio@hispanidad.com