El ministro de Universidades, cuota catalano-podemita del Ejecutivo Sánchez, aborda una reforma demagógica más: bajar el precio de las matrículas universitarias.

Pues muy mal. Los universitarios de hoy tiene dos problemas:

1.No valoran la enseñanza superior que reciben precisamente porque no les cuesta dinero. Es lo que tiene el dinero público: no es que no sea de nadie, señora vicepresidenta Calvo (que no calva) es que nadie lo valora porque… es de todos.

2.El segundo problema es que el adolescente acude a la universidad, y la propia universidad lo fomenta, no para saber más sino para encontrar un trabajo. De ahí la tragedia de las humanidades, sin duda el saber más necesario para la vida, aunque no para conseguir un empleo (¿o no?).

En sus ratos libres, Manuel Castells negociará con los indepes, con Torra, Rufián y compañía. Una jugada de Iván Redondo para forzar a los partidarios de la autodeterminación (Podemos) a pactar con los partidarios de la Independencia (ERC y Cía), con la esperanza de dejar incólume al socialista Pedro Sánchez y de que ambos grupos entren en conflicto y se demuestre tanto la majadería de los podemitas como la impotencia de los indepes.

Ahora bien, Redondo no debería jugar con fuego: ¿Y si se ponen de acuerdo? Con los centrífugos nunca se sabe y a Iglesias la unidad de España le importa lo mismo que a mí el futuro del leninismo 3.0.