Lo importante es la salud de los madrileños, asegura el juez -o entre dos jueces- que ha devuelto las multas sobre Madrid Central. Y usted ¿cómo dictamina, señoría, si Madrid central es bueno o malo para la salud de los madrileños, cuando ni los expertos se ponen de acuerdo sobre ello?

Además, para la salud psíquica y la paz social, está claro que Madrid central es un horror.

Lo malo no es la politización de la justicia sino la judicialización de la política

Pero lo importante, Señoría, es que usted no ha sido elegido alcalde de Madrid, sino juez, también de los alcaldes de Madrid… pero juez. Usted no dicta las normas, sólo las aplica. Y hasta las interpreta, ciertamente, pero no les da la vuelta ni la re-promulga, ni saca conclusiones definitivas tan osadas como la de decidir que si a los ciudadanos no nos fríen a multas nuestra salud emporará.

Como la verdad no existe, y el hombre necesita de certezas, hemos convertido las sentencias judiciales en la única verdad aceptable y, en consecuencia, hemos convertido a los jueces en dioses.

Como ya no creemos en la verdad la únicas certezas que aceptamos son las sentencias judiciales

Por lo demás, señorías no hagan política.

Insisto: lo peor no es la politización de la justicia, lo malo es la judicialización de la política.

Que no nos pase nada: porque las leyes se acatan pero no se aceptan

Lo cierto es que prescindimos de la verdad y convertimos a los jueces en dioses. Natural, el hombre necesita certezas pero si se niega a identificar lo que es verdad y qué es mentira, donde está el bien y el mal, e incluso nos negamos a distinguir lo bello de lo feo…  pues entonces la única verdad socialmente aceptable es lo que digan las sentencia judiciales.

Pues que no nos pase nada, porque las leyes se acatan pero no se aceptan.