Para entendernos, es cierto que, como nos cuenta el ínclito Oscar de Alfonso, Gran Maestre de las logias regulares (las no peligrosas) en su caso sigue vigente la obligación de creer en Dios para ser masón, así como hombre de buenas costumbres y varón.

Eso sí: los a los regulares se les exige ser hombres de buenas costumbres

Las logias irregulares son mucho más progresistas: no hace falta creer en Dios, pero se puede odiar a Cristo. Además, admiten mujeres, son opacas (condición indispensable del buen progresista), hasta el punto de que no se conocen sus nombres, naturalmente.

En el siglo XXI, a las logias les llamamos Nuevo Orden Mundial (NOM). Y esto sí es peligroso

Y todo esto importa más bien poco porque hasta los propios masones se han cargado su propia liturgia, que no su historia clerical, sobre todo los irregulares y vuelven do solía: a su cristofobia y a forjar un mundo a espaldas de Dios.

Ahora ya nos les llamamos masones: les llamamos Nuevo Orden Mundial, dicho NOM.