Para entendernos:

Cuando Europa dice que es la hora de la fiscalidad lo que está diciendo es que hay que bajar los impuestos (Escuchen el audio a continuación). Para bajar impuestos hay que reducir el Estado del Bienestar. ¿Queda claro? Ahora ya pueden decidir.

No exageremos: desde que hace 10 días Mario Draghi dinamitara su último artefacto de liquidez y desde que Jerome Powell, presidente de la reserva Federal, hace cinco días, cediera ante Donald Trump y volviera a bajar tipos, a ambos lados del Atlántico, pero sobre todo en la encorsetada Europa, los monetaristas se han lanzado a curarse en salud, una especialidad de los bancos centrales para, cuando se escenifique su fracaso puedan decir aquello de “Ya os lo advertimos”.

Y así, predican su sermón: queridos hermanos la política monetaria no da más de sí, hay que poner en marcha, amigos políticos, medidas fiscales.

Este ha sido, por ejemplo, el objeto de la intervención de Luis de Guindos, vice del BCE, la pasada semana, en Madrid, en el mitin organizado por Prisa.

Ahora bien, cuando De Guindos habla de medidas fiscales, ¿se refiere a subir impuestos o a bajarlos?

Se refiere, naturalmente, a bajarlos y favorecer con ello la inversión y el consumo, que es lo que crea empleo y mejora el nivel de vida.

Cuando oigan hablar de que la política monetaria del BCE no da más de sí, sepan que están pidiendo menos impuestos y menos servicios sociales. Luego opinen lo que quieran

Ahora bien, para bajar los impuestos de forma algo más que decorativa se precisa, sobre todo en una sociedad envejecida como la europea (la española es la más envejecida de todas)  y sin apenas natalidad (la española figura a la cola en el ranking europeo de natalidad), reducir el Estado del Bienestar y de forma drástica. Y el Estado del Bienestar es, ante todo -más del 65% del gasto público- tres cosas: pensiones, sanidad y educación.

En resumen, reducir el gasto público es reducir las pensiones (entre todos los tipos de jubilación, representan el 40% en total) la sanidad (16%) y la educación (10%).

A ver: ¿hay algún político con cerebro, corazón y agallas suficiente para proponer lo que es ineludible, una recorte en pensiones sanidad o educación… públicas? Para mí que no. Ni tan siquiera se atreven a explicarle esto a la ciudadanía.

Pero que encima haya alguno -el nombre de Pedro Sánchez se expresa por sí mismo- que se atreva a decir que esta falla contable se soluciona con la transición ecológica (que no supone ingresos, sino gastos), con la ideología de género (que no representa ingresos sino gastos inútiles) o con la economía digital (que no representa gastos pero tampoco ingresos y que además no sabemos en qué consistirá), ya empieza a molestar… ligeramente.

Pues eso, que vamos a la crisis de crecimiento, la peor de todas, y de cabeza.