• El Cristianismo no es masoquista, sino hedonista, pero los tiempos que vivimos son bastante duros.
No es un abismo sino un plano inclinado suave pero siempre descendente. Primero la forma, luego el fondo. Primero la cruz y los hábitos. Si el Valle de los Caídos produce tanta irritación sorda en tantos, una irritación que a veces no son capaces ni tan siquiera de razonar, es por su enorme cruz, un símbolo de piedra que se ve desde toda la sierra noroeste de Madrid: imposible evitar su espantosa visión. Luego el plano inclinado camina hacia el contenido: las primeras barreras en caer son el sufrimiento, connatural a la existencia del hombre, y la pureza, que no es la virtud más importante pero sin la cual nada funciona. Por cierto, como vivimos en la moderna Babel, donde no hablamos el mismo idioma moral y, por tanto, somos incapaces de entendernos. (Insistiré en que he escrito pureza, no higiene, se ruega no confundir). Y al final, al fondo del plano inclinado, que son sendas suaves, que no abismos, los que conducen al infierno, está la Eucaristía, sangre de la Iglesia y cimiento del mundo. Satán sólo tiene un objetivo que consiste en terminar con la Eucaristía, abolir el santo sacrificio y llegar a la abominación de la desolación: colocarse él en el lugar del santo sacrificio. Sencillito. Para cortar este proceso, necesitamos que nos duela el amor. Lo fácil no nos sirve. Es más, lo fácil, hoy en día, resulta sospechoso. Casi nunca ha sido así, porque si el cristianismo no es masoquista sino hedonista, pero hoy sí, porque la olla de la corrupción está llena y rebosa, y contra las miasmas imperantes no se combate con Chanel: es una lucha espiritual, un combate de amor, recio, de entrega, y eso duele, a nuestro egoísmo y a nuestro orgullo, sobre todo a éste último. En cualquier caso, el objetivo final del Enemigo es la Eucaristía, su programación y abolición, a ser posible por obra de algunos, en la mismísima Iglesia de Cristo. Pero tranquilos, es una batalla dura, no apta para débiles, pero ocurrirá como en las elecciones británicas: las encuestas se equivocan y ganará el que siempre gana: Cristo. Los cristianos vamos de derrota en derrota hasta la victoria final, pero siempre estamos en el bando ganador. ¡Ah! ¿Que usted no se ha percatado de la batalla que ya se está librando? Entonces amigo mío, usted vive como Francisco González, presidente del BBVA: en la nube. En cualquier caso, el siglo XXI es etapa fin de ciclo… y ya no nos sirve lo fácil. Nos tiene que "doler el amor". Eulogio López eulogio@hispanidad.com