• Industria da la callada por respuesta sobre el futuro de los siete reactores nucleares.
  • Iberdrola estalla por el bloqueo de Endesa a un acuerdo. Y le acompañan Gas Natural y EDP.
  • El Gobierno se entera por la prensa de la decisión de Enel de cerrar dos centrales térmicas de Endesa.
  • No sabía nada pero llama a la calma a los afectados, en Andorra (Teruel) y Compostilla (León).  
  • La puntilla: España pierde el primero de los arbitrajes por los recortes a las renovables.
El Gobierno Rajoy tiene un problema de energía, dicho sea sin acritud, no porque le falten vibraciones, ya me entienden, sino por la falta de un modelo de la cosa, la energía. No por Rajoy, más en concreto, sino por el ministro del ramo, Álvaro Nadal, poco decidido, a diferencia de su predecesor, José Manuel Soria -el de la última reforma que lleva su nombre- para resolver el entuerto. Claro que puestos a encontrar problemas, el principal no es el cierre, decidido por la italiana Enel, de las centrales térmicas de Endesa en Andorra (Teruel) y Compostilla (León), sino el futuro de la energía nuclear, de la que dependemos energéticamente en torno al 22%. Y a eso se añade que España haya perdido el primero de los arbitrajes internacionales por los recortes a las energías renovables aplicadas en 2010. Viaje de ida y vuelta, de algún modo. Soria puso el remiendo con su reforma eléctrica a un sistema insostenible por las primas pagadas (todo heredado de la generosidad de Zapatero) y la Corte Internacional del Banco Mundial (Ciadi) ha dado la razón a la británica Eiser. Conclusión: una multa de 128 millones de euros. Es cierto que el laudo del Ciadi no pone en solfa la reforma, aunque no son pocas las reclamaciones planteadas por la vía del arbitraje, unas 30 (sobre todo en energía solar y termosolar). El Gobierno, no obstante, insiste en que el caso no es extrapolable ni sirve de patrón para otras denuncias. Lo ha dicho el ministro portavoz, Méndez de Vigo, que ha añadido que otros laudos han dado la razón a España. No deja de ser una reacción retórica, ya que tanto el Constitucional como el Supremo avalaron los recortes a las renovables. El fallo, por tanto, no afecta al modelo, que sí está en cuestión por la indecisión e indefinición de Álvaro Nadal con la energía nuclear. Está en juego el futuro de cinco centrales nucleares y siete reactores, con dos frentes, Iberdrola, EDP y Gas Natural Fenosa, por un lado, y Endesa por otro. Del acuerdo depende la renovación de las licencias para que operen 40 años más. Garoña no entra en ese juego (está sentenciada) pero sí el resto. Además, el límite para pedir la renovación de autorizaciones de la central de Almaraz vence el próximo 8 de junio. O sea, está a la puerta de la esquina. Y la siguiente en la lista es Valdellós, el 26 de julio. En esa guerra, Iberdrola está en un lado -junto a GDF y EDP-, para decidir si le compensa seguir con el negocio nuclear, y Endesa en el otro, para mantener su continuidad. Vamos, que Sánchez Galán no aguanta el ritmo de Nadal, mientras Borja Prado bloquea al resto, plegado a la decisión que tome el Gobierno. Esa es la razón que ha llevado a Iberdrola a pedir oficialmente a Nadal que se dé más prisa. Claro, que lo ha tenido que hacer desde la central de Cofrentes, la única que controla en su totalidad, a diferencia del resto, que comparte sobre todo con Endesa, pero también con GNF y EDP. El colofón del periplo energético concluye en la confirmación del cierre de las dos centrales térmicas de Endesa en 2020. Ya estaba previsto para 2020 en los planes de Enel, como quedó expuesto en la última junta de accionistas de la filial española. La novedad es el mes elegido (junio) y que haya saltado a escena en la junta de Enel, el dueño italiano. Es lo que tiene que la principal eléctrica, paradojas, esté en manos italianas, para lo nuclear o lo térmico. Eso lleva a un face to face, por lo visto, entre Enel y el Gobierno de cara a inversiones y demás. Pero fluye lo justo, también por lo visto. Hasta el portavoz del Gobierno, Méndez de Vigo, se ha enterado por la prensa. Las comarcas afectadas se han rebelado, como procede en estos casos, y las autoridades locales y regionales han montado en cólera. Normal. Hay en juego empleos y futuro. Del mismo modo que Endesa (o sea, Enel) tiene claro que no quiere invertir lo que tiene que invertir en esas centrales para adaptarlas a las exigencias de Bruselas. Hablamos de contaminación -emisiones de CO2- que hay que pagar y, en términos de rentabilidad, además, con dos carbones, el nacional y el importado, más barato que el anterior. Un lío. Rafael Esparza