• ¿Puede haber algo más absurdo que Amnistía Internacional?
  • Siguiente paso: el infanticidio.
Todavía recuerdo el casi-debate que Hispanidad mantuvo con Esteban Beltrán, el líder de Amnistía Internacional, que más tiempo permaneció en el cargo. Como este periódico cuenta ya con 19 años de edad, ya existía cuando Amnistía Internacional, con la que habíamos mantenido buenas relaciones hasta entonces, anunció que 'abría un debate' para decidir si la liberación del aborto pasaba a ser uno de los objetivos de la institución. Desde Hispanidad le contestamos dos cosas: 1.- Que cuando alguien anuncia la apertura de un debate no es para buscar una conclusión sino para imponerla. Amnistía Internacional ya se había pasado a la cultura de la muerte y se disponía a ensalzar la necesidad del aborto libre. Ni debate ni historias. 2.- Que abrir un debate sobre el aborto era como abrir un debate sobre la bondad o la maldad del nazismo, ofreciendo, además, cinco minutos a los nazis y otros cinco a los judíos. La vida no se debate, se defiende; el nazismo no se debate, se condena. Como era de esperar, Amnistía Internacional abrazó el abortismo y, más tarde, se apuntó al derecho al aborto que es algo así como burlarse del fallecido, o como si un cochino le pusiera la zancadilla a un cojo: una cosa muy fea. Pero ahora AI da un paso más, del que alerta la página web Citizen Go: dice Amnistía Internacional que no existe el derecho a la vida hasta el nacimiento. Habló Blas, punto redondo. Ahora bien, ¿qué es nacer? Un viaje de un metro, desde las entrañas maternas hasta la primera cuna. En esencia, nada cambia en el sujeto agente. El niño es el mismo, segundos antes que segundos después. Sólo que ese mismo niño puede ser asesinado segundos antes y resulta intocable y legalmente protegido, segundos después. ¿Puede haber algo más absurdo? ¿Puede haber algo más absurdo que Amnistía Internacional? A no ser que lo que se pretenda sea dar un paso más y eso es lo que me temo. El paso siguiente al aborto es el infanticidio. ¿Imposible? También nos parecía imposible que una madre matara a su propio hijo en sus propias entrañas. Hasta anteayer. Eulogio López eulogio@hispanidad.com