• Con el milagro, contra el profeta, se produce la persecución interna de la Iglesia y la externa del Estado.
  • La incredulidad estatal respecto a lo sobrenatural sólo puede crear mártires, semilla de nuevos cristianos.
  • Pero la incredulidad de los cristianos y de la jerarquía puede resultar aún más dañina.
Decíamos ayer, que el catedrático de Historia de la Universidad de Alcalá, había dado un aldabonazo con su nueva aventura editorial: Las llagas de la monja. Sorprendente que cuando se relata un hecho milagroso, los incrédulos se niegan a analizar las pruebas. Simplemente lo niegan porque es milagroso. Lo segundo que me ha llamado la atención en esta joya de libro ha sido la persecución a la que fue sometida Sor Patrocinio, una religiosa indefensa. Paredes refleja dos tipos de persecuciones: la de los próximos y la de los extraños. Respecto a los próximos, a Sor Patrocinio le ocurrió lo mismo que más de un siglo más tarde le ocurriría a las niñas videntes de Garabandal, la población santanderina donde se apareció la Virgen María durante el lapso 1961-1965. El Papa Pablo VI, desde Roma, acogió los mensajes de Garabandal con todo cariño, pero, miren por dónde, los obispos y clérigos de Cantabria, no sólo no creyeron, sino que arremetieron contra las pobres niñas con un ensañamiento cuando menos curioso, no ya en clérigos, sino en cualquier hombre de bien. La comparación no es baladí pero sí oportuna. El mismo Javier Paredes editó tiempo atrás el mejor libro sobre Garabandal: Madre de Dios y Madre nuestra, de Santiago Lanús. Cuando los progres de la época deciden que hay que cavar con la monja de las llagas, secuestran a Sor Patrocinio y la condenan al destierro. Pero antes, los franciscanos que se ocupaban de administrar los sacramentos en el monasterio de Caballero de Gracia se dividen en dos: los que niegan a Sor patrocinio y los que no entienden lo que está ocurriendo. La mayoría de ambos mirará hacia otro lado. Sor Patrocino fue una mártir condenada al silencio (vivía con discreción pero los dones sobrenaturales no los otorga Dios para el regalado sino para edificar a quienes le rodean al regalado) por los verdugos de la censura. ¿A quién censuran los clérigos y los cristianos que piensan que todo esto suena 'rarote'? Al propio Cristo, naturalmente. Y no es lo mismo que el profeta cuente con la bendición eclesial que con la reserva eclesiástica. En cualquier caso, los otros, los progres, los de fuera, decidieron neutralizar a Sor Patrocinio. La persecución interna de los clérigos se convirtió en persecución externa y abierta del Estado. Sin lo uno lo otro no suele suceder, y si sucede, el Estado no hace otra cosa que crear mártires, semilla de nuevos cristianos. Pero no crea calumnias, ni escándalos, ni tibios, ni descreídos. Y, sobre todo, no fomenta la ligereza, que no es una broma sino tomárselo todo como si fuera una broma, hasta aquello que no lo es. El problema de los hechos extraordinarios y, sobre todo, cuando se trata de anular su capacidad de conversión entre la mayoría, casi nunca está fuera de la iglesia, sino dentro. Lo que ocurre es que la persecución externa es visible. En cualquier caso, la persecución interna conllevó también una campaña de ridiculización de la monja de las llagas: la utilización de Sor Patrocinio en imágenes periodísticas obscenas, etc. Mi experiencia, y con esto termino, me dice que siempre que un milagro es demostrable, los sesudos librepensadores se niegan a comprobar esas demostraciones. Se niegan hasta que se las narren. Todo muy científico. Termino pidiendo, solicitando, reclamando, la lectura de Las llagas de la monja. Conste que no me gusta el título pero, sí, y mucho, el contenido. Les diré que el objetivo último del catedrático Paredes consiste en reedificar el Monasterio de Caballero de Gracia, ubicado entre la calle del mismo nombre, la del Clavel y la Gran Vía. Mismamente, donde ahora está el Hotel de las Letras. Yo estoy seguro de que lo va a conseguir. Eulogio López eulogio@hispanidad.com