En Hispanidad llevamos mucho tiempo diciendo que las 'fake news' son una excusa para imponer la censura en Internet. La censura de la clase política y, ojo, la censura del oligopolio de los grandes editores.

Ahora bien, empieza a resultar cachondeable que, encima, Pedro Sánchez riña a los medios españoles por sus ‘noticias falsas’ respecto a sus ministros: ¿acaso es falso que Pedro Duque se compró un piso con empresas instrumentales y no en persona, con lo que tenía la posibilidad, no solo de pagar menos impuestos, sino de desgravarse pérdidas ficticias? No, es cierto. Otra cosa es la intención con la que se publican esas verdades y las interpretaciones sobre el alcance de las mismas. Pero no son falsas noticias.

¿Es falso que Dolores Delgado dijo lo que dijo? No, lo dijo y prorrumpió en una serie de insultos, vejaciones y vulgaridades que revelan lo larga que tiene la lengua y lo corta que anda de templanza. Pero no es una noticia falsa. Es verdadera y muy verdadera. Si acaso, desagradable.

Ojo, la censura no solo la imponen los políticos, sino también la pretenden el oligopolio de los grandes editores

Ocurre que una noticia es algo que molesta a alguien y entonces es cuando la vicepresidenta Carmen Calvo, quizás por su acendrado feminismo, siempre liberticida, pretende una nueva norma sobre libertad de expresión, es decir, reimplantar la censura.

Y lo malo es que también lo desean los grandes editores, los señores de la prensa que han visto desaparecer el idílico escenario en el que han vivido durante décadas. Cuatro grandes grupos privados, uno público y, mientras, el Gobierno desvelándose por ser su amigo. Ahora hay 40 grupos en Internet que gracias a la WWW pueden competir con Prisa, Vocento, Unedisa, etc, y robarles las grandes exclusivas que ponen en jaque a los grandes. Y claro, esto es muy molesto.

Pero no por ello hay que caer en la hipocresía: las falsas noticias para imponer la censura.