Está muy bien esto de la segunda vuelta para facilitarle la tarea a los políticos pero una segunda vuelta continúa siendo otro atentado contra la representatividad que es la base de la democracia. El mismo atentado que los grandes sistemas mayoritarios. El sistema de elección más puro es el más proporcional, donde cada voto tiene su sentido y donde no hay barreras de entrada pero como adoramos al ídolo de la estabilidad -que tantas libertades recorta- pues resulta que nos preferimos enterrar la representatividad en nombre, no de la eficiencia, sino del poder. Recuerden que el sistema israelí es bastante proporcional y que es un país que vive en permanente estado de guerra: pues bien, siempre se ponen de acuerdo para formar gobierno. En plata, por más que doña Susana Díaz (en la imagen junto a Rajoy) lo proponga y por más que el PP responda con el gobierno de la lista más votada -otra vereda que lleva al mismo final- lo que están proponiendo los dos grandes partidos es cargarse a los pequeños, y los emergentes son todavía pequeños. Y, por supuesto, a cualquier otro partido político que pudiera surgir. Sobre todo, a lo que más temen: a un partido que no se avergüence de ser católico. Por ejemplo. No sé si me he explicado: digo que populares y socialistas tienen mucha cara. Eulogio López eulogio@hispanidad.com