• Las dos grandes estafas de la modernidad: progresismo y capitalismo.
  • Tanto la izquierda como la derecha, el PP como el PSOE, trabajan con el dinero de los demás.
  • El progresismo confundió el progreso con la justicia,
  • El capitalismo confundió los negocios con la propiedad y, con ello, la eficiencia con la libertad.
"Los hombres excepcionales, los elegidos de la teoría calvinista, sin duda alguna condujeron al pueblo por la ruta del progreso, pero esa ruta conducía a una cárcel". La que ahora tenemos. Son palabras de Chesterton, el mejor analista de la modernidad, que en su época (1874-1936) ya se había consolidado y empezaba a tiranizarnos. La que ahora tenemos, digo. La nueva derecha del PP y Ciudadanos, ambas progresistas, naturalmente, y la nueva izquierda del Podemos y del PSOE, ambas progresistas, por supuesto, nos han llevado a la misma cárcel. Los unos desde las viejas y privilegiadas clases altas. Los otros desde las nuevas y privilegiadas clases altas, los unos desde la casta recibida los otros desde la casta construida con la ficción de la propiedad pública que es de todos: jo, jo, jo. ¡Y voy yo… y me lo creo! Son las dos estafas de la modernidad: el progresismo, del que hemos hablado, y el capitalismo. Volvamos a Chesterton: "la mayor y más mítica superstición de Adam Smith: una teoría teológica que afirma que la Providencia había hecho el mundo de tal modo que los hombres podían ser felices por su propio egoísmo". Y no piensen ustedes, no sólo en los financistas de derechas. Piensen también en la nueva izquierda (en España, PSOE o Podemos) quien sigue, exactamente, las mismas normas del amigo Smith: sus derechos son derechos al dinero de los demás. De la misma manera que el financiero, arquetipo de la derecha, utiliza el dinero de los demás a través de los mercados, la izquierda de Sánchez e Iglesias utiliza el dinero de los demás a través del Presupuesto público. Y lo llaman derechos y aseguran que lo hacen por los pobres: derecho a la sanidad pública (que los demás me paguen mi salud), a la educación pública (que lo demás me paguen mi educación), etc., etc., etc. Y, en cualquier caso, como en la mano invisible de la superstición de Adam Smith, son derechos fruto del egoísmo. No hablan del derecho a la vida, porque es la vida del no nacido, hablan de 'mis derechos'. En cualquier caso, unos y otros, derecha e izquierda, apelan a derechos pagados con el dinero de los demás, sea de los partícipes del fondo de inversión o sea de las cuentas públicas. Y en ambos casos, yo soy quien manipula ese dinero. La solución: ni socialismo ni comunismo, sino propiedad privada pequeña, cuanto más privada, mejor, convenientemente repartida. La teoría del estiércol. Ni el PP ni el PSOE, que son derecha económica, ni Podemos, que es izquierda económica, tienen razón. Ambos son dos fraudes, ambos se aprovechan del dinero de los demás. ¡Ah! y nada de progresismo, que ya sabemos de qué va. El único progreso es aquel que tiende a la libertad y a la felicidad del hombre, ser llamado a la eternidad. En resumen, el progresismo confundió progreso con justicia y el capitalismo negocioso con propiedad y, con ello, eficiencia con libertad. Y así, no hay manera… de ser feliz. Eulogio López eulogio@hispanidad.com