• De repente, millones de mujeres han descubierto que han sido, o son, mujeres maltratadas.
  • Claro que el marido puede controlar a la mujer. Y la mujer al marido. Para eso se han entregado mutuamente.
  • Es una mujer que se desvive por los demás. Siempre puedes distinguir a los demás por su expresión de acosados.
  • Sí, hay algo más tonto que un obrero de derechas: un varón feminista.
"Por la igualdad y contra la violencia machista". Así rezaban -bueno, rezaban poco- algunas pancartas del Día Internacional contra la Violencia de Género, miércoles 25, jaleado por todos los medios de comunicación. Aportación mediática, con estadísticas muy serias, como la de que una de cada tres mujeres sufrirá en su vida violencia machista o sexual. Ya se sabe que el truco de la estadística (una ciencia exacta porque dice exactamente lo que uno quiere que diga), así como el de las encuestas, consiste en la adecuada formulación de la pregunta o del dato de partida. Recuerdo que, cuando empezó la murga feminista contra la violencia machista, una de las encuestas para concluir lo que pretendían de antemano (que el hombre siempre es verdugo y la mujer siempre víctima), consistía en preguntarle a la susodicha si su pareja ocupaba el mejor sillón en el salón del hogar a la hora de ver la tele. Y si el maromo no cedía a la jai -o la jai pensaba que no se lo cedía- el mejor sillón estaba claro que estaba ejerciendo machismo redivivo. Con ese tipo de preguntas, lo único que me asombra es el resultado: una de cada tres mujeres será víctima de la violencia de género a lo largo de su vida. No hombre no: con ese criterio son las tres. De repente, millones de mujeres, con el cerebro lavado por feministas y feministos, han descubierto, miren por dónde, que son mujeres maltratadas. Conozco a una señora de casi ochenta años, viuda desde hace doce, cuyo marido temblaba sólo de verla, me comentó un buen día que ella había sido… una mujer maltratada. ¡Dramático! Luego está el lavado de cerebro que las chicas de la ideología de género llevan a cabo en las escuelas. Chicas y chicos, porque abundan los feministos y ya se sabe que todavía hay algo más tonto que un obrero de derechas: un varón feminista. Una de las discentes, tras acabar una clase sobre violencia machista, resumía el lavado de cerebro al que acaba de ser sometida, de esta guisa: "Nos enseñan que una cosa es querer y otra controlar". Pues no bonita, te están enseñando mal y con muy mal uva. Claro que el esposo debe controlar a su mujer, exactamente igual que la mujer debe controlar al esposo: ¿acaso no se han entregado el uno al otro? Pues entonces, el otro y la otra tienen todo el derecho a controlar a la otra y el otro. No sólo a controlar: en tanto que legítimos propietarios de su pareja, porque a ella se han entregado, son propiedad a todos los efectos. El hombre casado debe vivir para satisfacer a su esposa y viceversa. Pero es que hay más: la tendencia a controlar a quienes te rodean es más propia de la mujer que del hombre (en tal caso el varón querría controlar a todo el país). Como resumía la ironía de Clive Lewis: "Es una mujer que se desvive por los demás. Siempre puedes distinguir a los demás por su expresión de acosados". Pero la ideología de género tiene raíces más profundas y puñeteras, además de más peligrosas. Las feministas hablan del necesario empoderamiento de la mujer. ¿Y eso por qué? ¿Qué tiene que darle el hombre a la mujer -y viceversa-: amor o poder? Y si se trata de poder, ¿por qué habría de ceder sin lucha? El amor es donación pero el poder es… lucha por el poder. Y si de lucha hablamos emplearé todas mis armas, incluida la fuerza física. Además, ¿acaso el poder es un derecho? Entones, ¿por qué no derecho del varón? Pero es que no se trata, o no debe tratarse, de poder, sino de donación. Así, ¿cuál es, o debería ser, la respuesta del cristianismo? Pues que, naturalmente, lo que hay que construir es la civilización del amor, y entonces no habría problema de derechos. Pero si se trata de poder, ¿por qué voy a cedérselo a la mujer? Me lo quedo yo. Estamos en guerra, la guerra creada por la ideología de género que en mala hora promocionamos. Eulogio López eulogio@hispanidad.com