• No somos peores ni mejores que nuestros padres pero nos hemos aislado de ellos.
  • Y lo que quizás sea más grave: también de nuestros hijos.
  • Si valoráramos nuestras convicciones y principios sabríamos comunicarlas.
Lo dijo Juan Pablo II (en la imagen). Nuestra época alberga la misma maldad que cualquier otra. No, lo que caracteriza a nuestro mundo es la incapacidad de esta generación para trasmitir a la siguiente moral y cultura. Es como cuando le dices a tu hijo que te apunte una aplicación al móvil: lo hará pero no te enseñara a hacerlo a  ti. Y todo esto significa algo terrible. Significa que cada generación se ha aislado de las demás. Ergo, eso que llamamos progreso, ha dejado de existir. Digamos que está paralizado hasta que vengan días mejores. Y la pregunta siempre es la misma: ¿por qué no sabemos transmitir nuestras convicciones y nuestros principios a nuestros hijos? A lo mejor porque no las tenemos o porque no los valoramos. Eulogio López eulogio@hispanidad.com