La guerra comercial que Donald Trump ha abierto contra China es justa. Superlativo de justa: justísima.

Los chinos son el arquetipo de globalización asimétrica, es decir, de explotación laboral. China compite en el mundo gracias a la apertura de fronteras que la humanidad ha puesto a disposición del país de los dos sistemas: dictadura comunista y economía capitalista. Gracias, ante todo, a que China es el mayor exponente mundial de explotación del trabajador. Explota a sus trabajadores y así consigue fabricar productos y servicios competitivos, sobre todo lo primero.

De paso, China ha inundado el mundo de productos inútiles y chapuceros… pero a muy buen precio

O sea, que vivimos en una globalización asimétrica. Hemos decretado la liberalización de capitales y avanzamos mucho en la liberalización de productos, pero no hemos liberalizado la mano de obra, el trabajo.

Constituye la primera medida de Occidente contra la tiranía china

Y como resulta que la liberalización, es decir, la supresión de contingentes y aranceles, nos sitúa a todos en situación de igualdad para competir, hay países que, como China, compiten gracias a la precariedad laboral y crean más desigualdad. Y lo de los chinos sí que es precariedad y explotación laboral a lo bestia.

Es decir, la dictadura comunista, la mayor tiranía del mundo, se aprovecha de la globalización asimétrica a costa de la explotación de las personas. Y encima, fuerza a los demás a explotar también a sus trabajadores para poder seguir su ritmo.

Ayudará, por ejemplo, para obligar a Pekín a respetar la libertad religiosa de los cristianos

En esas condiciones, los aranceles de Donald Trump constituyen un gran acierto. Europa debáis seguirlo.

Además, es una forma de luchar contra la tiranía china y exigirle libertades, por ejemplo, la libertad religiosa para los cristianos perseguidos por el Régimen. Todos.

Una gran medida de Donald Trump: mi apoyo incondicional.