• A fin de cuentas, el fascismo no es otra cosa que la deificación de la nación.
  • Sea España o Cataluña.
  • Y por cierto, el partido catalán no ha terminado. Está en el descanso.
  • Rajoy asegura que Cataluña se ha pacificado. Y Soraya dice que es gracias a ella. Vamos bien.
El presidente del Gobierno asegura que tras la aplicación del 155 el problema catalán ya es historia. La vicepresidenta Soraya, su media naranja política, asegura algo parecido: Cataluña se ha serenado y ha sido gracias a ella. Eso es lo mismo que ocurría con Asuranceturix, el bardo de Asterix, sobre el que concurrían opiniones enfrentadas: él dice que es genial, los demás piensan que es un pelmazo. La verdad es que el 155 ha tranquilizado a la Cataluña política pero no a los catalanes. La encuesta del CIS dice que poco ha cambiado la intención de voto y que los separatistas podrían volver a controlar el parlamento. Rajoy (en la imagen) debería estar mañana, tarde y noche en Cataluña o recibiendo a catalanes hasta el 21-D… y no lo está porque Mariano tira a perezoso. Soraya tampoco, porque es muy soberbia y no le gusta que le abucheen. Pero hay algo más profundo que subyace al problema catalán. Como ya he dicho muchas veces, creo que la razón de lo que está ocurriendo es la descristianización de Cataluña (que ha buscado el dios-independencia) y la descristianización de España, con un presidente del Gobierno (ojo, y un monarca) incapaces de reverdecer el ideal cristiano que es lo que ha forjado España y lo que le ha hecho salir de sí misma. Que es, precisamente lo que necesita ahora. Los catalanes no sienten necesidad de seguir unidos a España porque España no ofrece el proyecto cristiano como estandarte. A cambio, Madrid sólo dice no. Bueno, dice que si cumples la ley y la Constitución del 78 todo irá mejor y serás más feliz. Pero no parece muy creíble. Rajoy debería recordar, además, que cuando la derecha prescinde de Dios acaba en fascismo. El fascismo no es más que la adoración de la nación, de la misma forma que el comunismo es la perversión de la justicia social, trocada en envidia. Y así, no hay posibilidad de ilusionar con un proyecto común... por muy bien que marche la economía… que tampoco marcha tan bien, Mariano. Eulogio López eulogio@hispanidad.com