Las redes sociales son sabias. Sí, ya sé que por ellas, que son Internet en estado puro, pulula todo lo mejor y todo lo peor. Pero es que eso es lo que ocurre con los espacios libres. Ejemplo, Javier Bardem llama estúpido al alcalde de Madrid, José Luis Martínez- Almeida. Es cierto que luego se disculpó, aunque se trató de una excusa a lo progre. Algo así como... sigo pensando que Almeida es un estúpido pero al llamarle estúpido no ha brillado la profundidad de mi mensaje verde... que es lo verdaderamente importante. Para entendernos, lo que nuestra estrella cinematográfica asegura es que ha cometido un error pero no un horror. 

Y claro, cuando uno comete un error, de poco sirven el perdón y el arrepentimiento. Ya se encargan los hechos de dejarnos en fuera de juego. Por lo que hay que pedir perdón es por los horrores, por el mal que hacemos a sabiendas. Por ejemplo, llamar estúpido al alcalde que no nos gusta en un acto público y multitudinario.

El multimillonario actor pide perdón a lo progre: realmente eres estúpido pero no debí decirlo porque así pierdo puntos, he cometido un error pero no un horror

Y esto es bello e instructivo porque el alcalde Almeida bien podía haber respondido algo parecido a esto: yo pienso que Bardem es un gilipollas pero tranquilos, mañana le pediré disculpas; al calificarle de gilipollas he impedido que no brillara mi argumentación sobre la incoherencia del multimillonario don Javier. 

Bardem

Pero no: el alcalde ha decido no ser malo sino ser peor: ha ido por la incoherencia, un pelín hipócrita, del señor de Penélope. Su vida de lujo, con coches de alta gama, embarcaciones no aptas para la pesca de bajura, jet privado y casoplón en islas paradisíacas no ayuda a la descarbonización del planeta ni reducirá su huella personal de carbono, que en el caso de Bardem es un poco más larga que la huella de su pinrel.

Coherencia es la palabra clave del siglo XXI, cuya nota distintiva es la demencia. Quizás porque o se vive como se piensa o se acaba pensando como se vive. Y vivimos... en la demencia vende.