• El asesinato de Gabriel ha abierto el alma de España.
  • Con razón, la gente se pregunta eso: ¿Por qué esa manía al débil?
  • Sin embargo, los 100.000 abortos anuales que se perpetran en el país no parecen preocupar a nadie.
  • Y es que no sólo somos comodones: también somos cobardes. Nos atrevemos con los nonatos.
¿Cómo se puede matar a un niño? Es verdad que una de las más graves patologías contemporáneas (no hace mucho, a las patologías les llamábamos pecados y nos entendíamos mejor) es la persecución de la debilidad. Sí, el débil nos molesta y la mejor manera de que deje de molestarnos es eliminarlo. El más débil es el niño, el bebé, y aumenta de mes en mes el número de niños maltratados en esta España que siempre se caracterizó por lo contrario: los niños, decía Chesterton, son intocables en España. Pero eso era antes. Ahora un niño de ocho años, con una sonrisa preciosa, muere estrangulado, más que probablemente por gente de su entorno. El asesinato de Gabriel ha partido el alma de España. Sin embargo, no la parten, o no se nota, los decenas de miles de bebés abortados y triturados... en España, cada año. Cerca de 100.000. Al parecer, ahí no se revuelven nuestras entrañas. Claro, como que vemos el bendito rostro del pobre Gabriel… pero no vemos los también benditos rostros de los bebés abortados. ¿Distinto? No sé en qué. Es cierto que un niño de ocho años es más consciente de su muerte violenta, que un feto, pero este también sufre. Y, en cualquier caso, afortunadamente, hay pocos gabrieles pero hay muchos abortados. Lo dicho: nos molesta el débil. Entre otras cosas porque no sólo somos comodones: también somos cobardes. Sólo nos atrevemos con los nonatos. Eulogio López eulogio@hispanidad.com