• Fuera de contexto, no sólo cambia la forma, también el fondo.
  • No hay que matar al mensajero pero sí al emisor.
  • Por lo demás, decidle a un niño que su padre es un borracho no es sinceridad, es una salvajada.
  • Una de las más grandiosas estupideces del siglo XXI es que ya no creemos en el pecado sino en el delito.
El presidente brasileño Michel Temer se niega a dimitir a pesar de la filtración a la prensa de una conversación privada con un gobernador. Dice que esas conversaciones están manipuladas. Y parte de razón tiene: aunque no se hayan cambiado palabras, toda conversación privada traspasada a pública está manipulada porque ha cambiado su significado. También la vida pública española vive de los tribunales y de las filtraciones. Más que politizar la justicia hemos judicializado la política, que es mucho peor. El peor de los gobiernos es el gobierno de los jueces. Muy por encima del Gobierno de los corruptos. ¿Y esto por qué, con la buena fama que tienen los magistrados? Pues porque prescindimos de la moral y ahora ya no creemos en el pecado sino en el delito. Una de las más curiosas estupideces que han marcado el mundo actual. En cualquier caso, la última estrella de la judicialización consiste en las filtraciones. Basta con filtrar a un medio informativo una conversación privada para que todo reviente. Y eso es una injusticia de la Administración de Justicia y de los abogados filtradores. Porque claro la palabra privada cambia cuando se convierte en pública. No sólo cambia la forma, cambia el fondo, porque está sacada de contexto. ¿Significa esto que las filtraciones son graves? Sí. ¿Significa esto que, como en el caso de Alemania, hay que perseguir al medio informativo que publica una filtración? No. No hay que matar al mensajero sino al mensaje y, desde luego, al emisor. El problema no está en el periodismo que difunde sino en la judicatura -o en los políticos- que filtran las conversaciones. Por cierto, las filtraciones son utilizadas en una presunta guerra contra la corrupción: lo cierto es que no la acotan y fomentan el guerracivilismo. Vamos que la mala leche cunde en España Eulogio López eulogio@hispanidad.com