• Insisto: la inteligencia artificial no existe y la máquina es idiota.
  • ¿Entonces no es peligrosa? No, es peligrosísima.
  • Porque el malo es preferible al tonto: el tonto nunca descansa.
  • O sea, que la máquina no crea ni descrea: sólo repite.
  • Ergo, tampoco puede arrepentirse.
  • Y lo que queda claro es que cuando el hombre juega a ser Dios se convierte en… ridículo. 
Insistimos: la inteligencia artificial no existe y todas las máquinas son idiotas. Varios adversarios de Facebook han tenido que ser atendidos en urgencias por convulsiones producidas cuando se enteraron de la noticia. Resulta que Facebook ha "apagado", es decir, destruido, dos robots que "habían creado su propio lenguaje". Y entonces empezamos hablar de la rebelión de las máquinas y surgen tranquilizadores que poco serenan y nos explican que no tenemos nada que temer y que el protocolo de alerta ha dado resultado. O bien que tampoco era para tanto. A ver: una máquina no crea nada, sólo evoluciona. En el caso Facebook se les introdujeron a los robots un lenguaje y ellos empezaron a desarrollar un tercero. Lógico. Eso no es crear ni ser inteligente: es utilizar lo que me ha sido dado, lo que ha creado otro, para evolucionar sobre esa misma pista. La máquina carece de originalidad de pensamiento, pero si le introduces las reglas de ajedrez no habrá quien le gane en un futuro: al aplicar con la velocidad que necesita potencias para ser expresada. Y si le introduces el lenguaje uno y el lenguaje dos ¿creará el lenguaje 3? No, evolucionará hasta el lenguaje tres, que no es lo mismo, pero sí una derivada del uno y el dos. Para eso no hace falta pensar. Estamos ante una mera inducción y, aunque el cientifismo imperante nos lleve a pensar lo contrario, el pensamiento inductivo no es pensamiento en modo alguno. Entonces, ¿las máquinas no son peligrosas? Sí, no son inteligentes pero sí peligrosas, peligrosísimas, porque si el lenguaje 3 es letal, la máquina será más letal que cualquier asesino profesional. Y también por otra cuestión: porque la máquina ni crea ni descrea. Traducido: el matón más pérfido puede arrepentirse, tiene conciencia. La máquina no la tiene y, por lo tanto, carece de clemencia. El día en que un imbécil, no estoy llamando imbécil a Mark Zuckerberg, cree un robot asesino… bueno, entonces tendremos un problema de orden público que ríase usted de los yihadistas. Lo que queda claro es que cuando el hombre juega a ser Dios se convierte en… ridículo. Eulogio López eulogio@hispanidad.com