En el año 2019, solamente 18 niños con síndrome de Down nacieron en Dinamarca, el número más bajo registrado hasta ahora en el país escandinavo, según demuestra un nuevo informe del Registro Citogenético Central Danés (DCCR) que recoge Aciprensa.

En 2018, en el país nórdico, nacieron 22 bebés con síndrome de Down, pero el número de 2019 se desplomó aún más, cuando, según este organismo, de 1.000 bebés nacidos vivos el año pasado, apenas 0,29 nacieron con esa anomalía genética.

La noticia de Dinamarca no hace sino confirmar una siniestra tendencia en España y en Europa: más del 90% de los embarazos con síndrome de Down termina en aborto. "Y en las estimaciones de alguna entidad nacional en algún país de Europa se estima que cerca del 100%”, según destacó en su día el director de la Fundación Jérôme Lejeune en España, Pablo Siegrist, quien denunciaba que “hemos generado una sociedad en la que hablamos de inclusión pero luego, en el día a día, se ve la discapacidad como algo a evitar, hasta el punto de evitar al hijo que viene con discapacidad".

Por ello, no está de más recordar aquí las palabras de santa Teresa de Calcuta, quien, el 3 de febrero de 1994 intervino ante la clase dirigente estadounidense en el Desayuno Nacional de Oración que se celebra cada año en Washington D.C. En esa cita, entre otras cosas, la hoy santa dijo: “La amenaza más grande que sufre la paz hoy en día es el aborto, porque el aborto es hacer la guerra al niño, al niño inocente que muere a manos de su propia madre. Si aceptamos que una madre pueda matar a su propio hijo, ¿cómo podremos decir a otros que no se maten? ¿Cómo persuadir a una mujer de que no se practique un aborto? Como siempre, hay que hacerlo con amor y recordar que amar significa dar hasta que duela”, recuerda Aciprensa.

San Juan Pablo II: La calidad de una sociedad y de una civilización se mide por el respeto que manifiesta hacia los más débiles de sus miembros

También hay que recordar las palabras de San Juan Pablo II: “La calidad de una sociedad y de una civilización se mide por el respeto que manifiesta hacia los más débiles de sus miembros”. “En efecto, en Dios descubrimos la dignidad de la persona humana, de cada una de las personas humanas. El grado de salud física o mental no añade ni quita nada a la dignidad de la persona; más aún, el sufrimiento puede darle derechos especiales en nuestra relación con ella”. (Juan Pablo II, Año Internacional de los Minusválidos, 1981).

El aborto de los niños con discapacidad, con cualquier discapacidad, es el peor aborto de todos, porque acaba con la vida de los más débiles y vulnerables entre los ya de por sí débiles y vulnerables, los no nacidos.

Volviendo a la Madre Teresa, en ese mismo desayuno de 1994 pidió a los padres y madres que, si pensaban abortar a sus hijos, se los dieran a ella: “El mayor regalo que Dios le ha dado a nuestra congregación es luchar contra el aborto mediante la adopción. Ya hemos dado, sólo en nuestro hogar en Calcuta, más de tres mil niños en adopción. Y puedo decirles cuánta alegría, cuánto amor y cuánta paz han llevado estos niños a esas familias. Ha sido un verdadero regalo de Dios para ellos y para nosotros”.

Ojalá nuestra civilización haga caso a la monja que se ocupaba de los más pobres de entre los pobres y al Papa que gritaba en defensa de la vida de los no nacidos, San Juan Pablo II.