• El director de la Oficina de Ética de la Casa Blanca se queja del malvado Donald.
  • Insisto: en Estados Unidos se vive un golpe de Estado Civil contra Trump.
  • Y mejor es que Trump no caiga porque, si cae, la impunidad habrá triunfado y la libertad se habrá reducido.
Más razones para defender a Donald Trump. Cada día tengo más claro que si este groserete cae -consiguen que caiga-  la democracia estará en peligro en el mundo. El golpe de Estado civil que se vive en Estados Unidos contra el presidente electo, desde el mismísimo día de su elección y antes de su juramento, no tiene parangón en toda la corta historia del país líder de Occidente. Repasen este artículo de Wall Street Journal que remite el Partido Republicano norteamericano. Resulta que en la Casa Blanca existe un maestro de ética. Recuerden que el Nuevo Orden Mundial (NOM) se apresuró acabar con lo que llamar ética judeo-cristiana, que no es más que la ética de ahora, de antes y de siempre. Proclamó que no sólo había una ética sino muchas. Cuando logró sembrar la confusión decidió volver a una sola ética: la suya, más bien la contra-etica antinatural de la progresía. Y ahí entra en acción nuestro míster casablanquero. El personaje responde al nombre de Walter Shaub, y es, esperemos que no por mucho tiempo, jefe de la Oficina de Ética del Gubernamental (OGE, por sus siglas en inglés). No es coña, se llama así. Los americanos son así de infantiles. Shaub lleva llorando todas las semanas por los medios progres anunciando su salida. Al parecer, el pérfido de Donald le va a echar. Si por mí fuera, saldría de un puntapié en las posaderas por la cúpula del Capitolio en dirección al masónico (otro ejemplo de ética alternativa) pináculo próximo, y sus asentaderas se clavarían justo en la punta. Porque en nombre de la ética, míster Shaub se ha dedicado a tocarle las narices a su asesorado, Donald, desde que llegara. Los Reyes de antes contaban con un bufón para que se burlara hasta de ellos, pero solía hacerlo con más gracia, menos pedantería y bastante más riesgo. Pero Shaub, al que me imagino tierno y sumiso ante el chulo Obama, se ha dedicado a fastidiar a su nuevo jefe desde antes de su traslado a Washington. En nombre de la ética, naturalmente. Es como el cese del director del FBI y el consiguiente escándalo sobre la histeria nacional gringa: ¡Qué vienen los rusos! ¿Por qué no podía cesar a su jefe de policía el presidente electo? ¿Por qué no podría su yerno o su hijo verse con los rusos? Y mejor es que Trump no caiga porque, si cae, la impunidad habrá triunfado y la libertad se habrá reducido. Eulogio López eulogio@hispanidad.com