• Lo de la mujer sometida al varón muestra la escasa formación de muchos clérigos y los tópicos reinantes en muchos fieles.
  • Cuando se habla de amor, lo de menos es quién manda.
Un año más he disfrutado muchísimo con la lectura del vigésimo primer domingo del tiempo ordinario, que en este año caía en 23 de agosto. Se trata de la Carta de San Pablo a los Efesios (5, 21-32). Ruego la repasen: Carta de San Pablo a los Efesios 5,21-32. Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo. Las mujeres deben respetar a su marido como al Señor, porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo. Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido. Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para santificarla. Él la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne. Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia. ¿Comprenden la cosa de la cosa? Asistí ese domingo a una misa en Cataluña, y el pobre mosén, a la hora de la homilía, no sabía dónde meterse. Comenzó diciendo que San Pablo (precisamente el progresista Pablo, si al menos se tratara del conservador Juan) no se refería a que la mujer se sometiera al varón sino sólo en el Señor. En primer lugar no tengo claro qué es eso de someterse "en el Señor" pero en cualquier caso me dieron ganas de levantar la mano y recordarle al buen mosén que no, que lo que San Pablo decía era que el marido debe someterse a la mujer en todo porque es cabeza de la mujer. Nada de en El Señor. Al final, el pobre hombre se perdió por el escándalo que provocaba en algunos que las mujeres otorgaran la comunión (a mí también: me escandaliza que, sea hombre o mujer, repartan la comunión quien no ha recibido las disposiciones eclesiales para ello) y otras tontunas increíbles hasta el resbalón final: resulta que San Pablo, hoy, "por supuesto que no se hubiera expresado así". Toma ya, nuestro mosén enmendando a gran Paulo de Tarso. Además, si no hubiera hecho eso, ¿es que la doctrina es cambiante? ¿Y por qué se sigue leyendo en los templos? Pobre cura. Miren ustedes: la doctrina paulina continúa manteniendo su validez. Sólo dos apuntes:
  1. Si el canon bíblico dijera que la mujer, no sólo debe estar sometida al hombre sino que debe ser su esclava deberíamos aceptarlo… de la misma manera que si dijera lo contrario: que el varón debe estar sometido a la mujer porque ésta es su cabeza. Los cristianos no somos críticos, somos discípulos. Libres, porque el que no quiera ser cristiano puede abandonar el barco en cualquier momento, pero…
  2. Lo de menos es que la mujer está sometida al hombre o viceversa. Lo de más es que no está sometida "en el Señor", tontuna que todavía no se qué significa, sino que está sometida a la regla superior, y primera, del amor. Es decir, de lo que San Pablo cuenta a continuación, lo de 'una sola carne'. Amor, esto es, compromiso, donación, entrega. El hombre se entrega la mujer y ésta al varón y en esa entrega que les lleva a constituir una sola carne, lo de menos es quién manda.
Así que, buen mosén, deje de disculpar a Pablo de Tarso, un tipo que se vestía por los pies y al que no le agradaban los altruismos baratos. San Pablo dijo lo que dijo y sigue siendo totalmente vigente. En cualquier caso, cómo disfruto. Eulogio López eulogio@hispanidad.com