• El secretario de la Conferencia Episcopal responde con generalidades al feroz ataque de la presidenta madrileña contra el colegio Juan Pablo II…
  • Y contra el conjunto de la enseñanza católica en Madrid.
  • Gil Tamayo, incluso se permite abroncar al director del Colegio, Carlos Martínez.
  • Y así, no desautoriza al Gobierno del PP pero sí a sus propios superiores, los obispos de Alcalá y Getafe.
  • Y ocurre que el padre Gil es miembro del Opus Dei, al igual que Alfonso Aguiló y que el director general de Educación de la Comunidad de Madrid, Juanjo Nieto.
  • Este último, encargado de aplicar la norma de identidad de género" de la pepera Cifuentes. Nada menos.
"Hay formas que hay que cuidar", asegura el secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), José María Gil Tamayo (en la imagen junto a Cifuentes), tras superar la honda turbación que le produjo la crisis del PSOE, vital para la estabilidad política del país, que es, como todo el mundo sabe, el principal objetivo estatutario de la CEE. Se refería al plante del colegio Juan Pablo II, de Alcorcón, contra las leyes de identidad de género de la Comunidad de Madrid, presidida por Cristina Cifuentes. No hombre no, lo que hay que cuidar, padre Gil, no son las formas, es el fondo. Porque, de otra forma, ya se ha encontrado usted con el muy católico periodista Jesús Bastante. Y también se topará, me temo, con algo peor: el apoyo entusiasta de los chicos de COPE y 13TV, que su segundo, don Fernando Giménez Barriocanal pone a su disposición. Bastante asegura que es una vergüenza que no haya condenado a la hoguera al bueno de Carlos Martínez, precitado director del colegio Juan Pablo II, precisamente por comportarse como un cristiano. Bastante, en su estilo de laico progre-clerical, está muy enfadado con usted por no haber condenado a quien compara las leyes de ideología de género de Cifuentes con el 'fanatismo terrorista". Bastante sabe que Martínez no ha dicho eso, aunque Bastante emplee las comillas para 'demostrar' su embuste (curioso el muy católico Bastante emplea los mismos trucos de La Sexta y otros medios comecuras): lo que el director Martínez hacía en su carta (compruébenlo aquí) es una analogía, entre la ideología de género y el terrorismo. Una analogía puede entenderse como una comparación pero nunca como igualación. En plata: lo que Martínez quería decir es que la ideología de género lleva al homicidio (por ejemplo, vía aborto) del mismo modo que el fanatismo terrorista siega vida de los ya nacidos. Algo innegable. Esto es: el feminismo (ideología de género) propone el aborto, que es el asesinato del ser más inocente y más indefenso, y en mayor número aún que las víctimas del yihadismo. En cuanto a la homosexualidad, propende a la desaparición de la familia natural y de la raza humana, dado que de la unión de dos hombres o de dos mujeres no surge descendencia, que es la clave, no ya del matrimonio, sino de la supervivencia de la humanidad. Y si no, pues hay que hacer cosas 'raras': donantes de esperma o de óvulos, etc, etc. Utilizar la analogía como homologación es algo muy practicado por todos los calumniadores que en el mundo son y han sido. Especialmente en el universo periodístico. Si quieres desacreditar a alguien no tienes más que asegurar que ha homologado algo políticamente correcto con algo políticamente incorrecto. Ejemplo: la homosexualidad -políticamente correcta- no se puede comparar con el yihadismo, políticamente incorrecto. Si alguien lo hace, incluso como analogía, debe ser fusilado. Conclusión final: la verdad importa un pimiento, lo que importa es la imagen. Y en concreto, en el caso que nos ocupa, salvar el concierto educativo, es decir, la pasta, la guita, el parné con el que chantajea Cifuentes, en un chantaje que tampoco me disgusta en exceso. Muy cristiano, oiga. Los tribunales están repletos de este tipo de maniobras que retuercen las analogías de los acusados. Pero ojo, son los católicos los que se sientan en el banquillo y los 'presuntos perseguidos' de la ideología de género, con el apoyo del Estado y de los políticos, quienes les juzgan y condenan, no al revés. Y encima paga el Fiscalía, el Estado, todos nosotros. Y entonces va el secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el padre Gil, como creo haber dicho antes y, en lugar de defender a capa y espada al valiente director de colegio que se ha atrevido a plantar cara a los manipuladores de niños, en lugar de cargar contra la  norma inicua, de la 'obispa' Cifuentes, asegura que sí, que la ideología de género es anticristiana (quizás lo ha dicho para no contradecir al propio Papa Francisco) pero que ese director -¡ay, ay ay!- debería haber sido más cuidadoso con las palabras. Esto de hablar claro no es para el portavoz de los obispos. De paso, Tamayo desautoriza a sus superiores -sí, superiores- en el Magisterio eclesial: a los obispos de Getafe y Alcalá, quienes habían asegurado que las aberrantes normas de la pepera Cifuentes atentan contra la libertad religiosa, la libertad se enseñanza y la libertad de cátedra. También atenta contra la libertad de expresión, añado yo. Porque claro, el Magisterio de la Iglesia lo marcan los obispos, no el padre Gil pero éste, sin ser obispo, dispone del poder que detenta desde la Secretaría General de la Conferencia Episcopal (parece que se le ha subido el micrófono a la cabeza) y porque su amigo y mano derecha, Fernando Giménez Barricanal, pone a su disposición la COPE y 13 TV para desautorizar con su silencio a los mismísimos obispos, los jefes de Barriocanal y de Gil. Y no me valen las generalidades: "La ideología de género no es compatible con la doctrina cristiana sobre el matrimonio y la familia". Hombre, sólo faltaba que lo fuera. El caso es que Cristina Cifuentes, que no es una política de izquierdas, sino del derechista PP (¿os enteráis, católicos?), quiere cargarse al colegio Juan Pablo II porque ha tenido la osadía de negarse a enseñar a los niños la cosa homosexual, en cumplimiento de los deseos de sus padres que quieren una educación cristiana, y no homosexualista, para sus hijos. Dicen que no hay nada más tonto que un obrero de derechas pero es falso, sí que lo hay. Un hombre feminista es mucho más tonto que un obrero de derechas. Pero todavía hay algo más tonto que un varón feminista: un cura progre. ¡Cuidado, padre Gil! Porque esto es, para mí, lo más doloroso que tengo que decir. Ya he explicado en Hispanidad, muchas veces, la gratitud que siento hacia esa maravilla de la Iglesia que es el Opus Dei que a tanta gente ha formado en la fe. Por ejemplo, a mí. Pero empiezo a crear que el Opus Dei atraviesa una crisis de hondo calado. Y eso sí que es grave. Ocurre que el padre Gil Tamayo es miembro del Opus Dei, al igual que Alfonso Aguiló, presiente de la CECE y gran defensor de la "diversidad", y ocurre que el director general de Educación de la Comunidad de Madrid, Juanjo Nieto también es miembro de la Prelatura. Este último es el encargado de aplicar la norma de identidad de género" de la pepera Cifuentes. Es decir, Juanjo Nieto es el responsable directo de aplicar una normar que impone el homosexualismo en la escuela, y, como asegura hasta el padre Gil, recuerden que la ideología de género atenta contra los principios cristianos. ¿Dónde está el límite? Ojalá la respuesta a la pregunta del titular sea negativa: no, el Opus Dei no atraviesa una crisis, sólo son algunos de sus miembros los que han cedido en la doctrina. Me encantaría responder así pero, caramba, qué difícil me lo están poniendo. Eulogio López eulogio@hispanidad.com