Cuando una persona adulta se esconde es porque no quiere ser descubierta. Cuando un niño se esconde es porque quiere que alguien lo encuentre: juega al escondite y llama a los que le buscan porque no soporta estar solo mucho tiempo”. Lo cuenta Enrique Monasterio, en Relatos a la sombra de la cruz, una joyita que sigue a su otra joya, por las que es más conocido: “El Belén que puso Dios”. La verdad: nunca había visto una mejor definición de lo que está sucediendo con la pandemia.

Los niños odian la soledad porque le produce miedo. El adulto busca la soledad porque teme al otro. O al virus del otro

Los amantes de la soledad son mala gente. Salvo que estén rezando, y entonces no están solos, prefieren la soledad porque tienen mucho que esconder y poco que ofrecer. Como si el hombre pudiera ser autosuficiente.

Estamos en la frontera de la España zombi porque el virus ha producido soledad y misantropía… no vaya a ser que el vecino nos mate. La vuelta a la normalidad no puede espera ni un día más. Y naturalmente, volver a la normalidad es volver a vivir en sociedad. Cuanto antes, mejor.

Los niños odian la soledad porque les produce miedo. El adulto busca la soledad porque teme al otro. O al virus del otro. Olvida que el hombre siempre es dependiente. Pero, ojo: relacionarse es darse.

El hombre siempre es dependiente. Pero, ojo: relacionarse es darse

Mañana no, hoy mismo:regresar a la normalidad. Y no se preocupen, oigan, de algo hay que morir que morir… y morir vamos a morir todos. Además, a estas alturas, ¿no hemos aprendido que tenemos muy poca idea sobre lo que evita o no evita el Covid?