Correr y aplaudir al mismo tiempo, todo sea por librar a España de la ‘lacra’ de la violencia machista.

De Lyndon Johnson se decía que era capaz de hacer dos cosas al mismo tiempo: hablar y mascar chicle. Ahora sabemos que nuestro Pedro Sánchez no es menos: sabe correr y aplaudir.

Ocurrió el pasado domingo: el presidente del Gobierno, señor Pedro Sánchez, abandonó su encierro en Moncloa (sólo sale, en Falcon, a sesudas cumbres internacionales) para participar en una carrera recaudatoria de fondos contra la violencia machista, que, al parecer, es algo que se arregla con el BOE y con la recaudación de fondos.

Tan emocionado estaba nuestro líder que, pendiente de las cámaras de TV, corrió poco pero aplaudió mucho, no se sabe exactamente a quién.

Lo más sorprendente fueron sus declaraciones donde nos informó a todos los españoles que el hecho de que un esposo asesine a su esposa es algo reprobable.

La causa de la llamada violencia contra la mujer no está en el ser del varón, sino en la crisis feroz de la familia y del compromiso en el matrimonio 

 

Pero vamos a ver: ¿es que hay alguien que apruebe que un varón mate a su pareja a golpes? Nadie. Lo que ocurre es que la demagogia actual consiste en cabalgar a lomos del consenso, cuando no a lomos de lo políticamente correcto.

 

Lo que también ocurre, es que, donde muchos discrepamos del demagogo Sánchez es a la hora de decidir por qué ocurre esto y el alcance de lo que ocurre. Un detalle: ¿no resulta curioso que muchos de los asesinos de su pareja luego se suiciden?

Correr y aplaudir al mismo tiempo sólo está al alcance de inteligencias señeras. Como hablar y mascar chicle

¿Y no es lógico pensar que lo que está en la raíz de esta violencia es que la gente se empareja sin comprometerse a nada, sin el menor sentido de que una convivencia constituye la donación de uno mismo?

El señor Sánchez puede utilizar la ‘violencia machista’ para medrar en política, porque utilizar la actual marea feminista le ha traído beneficios electorales, pero encima, ¿no pretenderá que creamos en su sinceridad? ¿verdad?