• En un sistema podemita, es decir, comunista, pueden interesar más los aliados que los subordinados.
  • Y al jefe se le puede contradecir, al menos al principio, pero no se le puede cuestionar, mucho menos desbancar.
  • Como en la autodeterminación, a los asamblearios hay que recordarles que una cosa es unir lo separado y otro separar lo que estaba unido.
En el PSOE empieza a faltar el sentido común, que no es mala receta contra la ambición. Algo de sentido común le queda a Javier Fernández (en la imagen), el asturiano que preside la gestora y, ahora mismo, la máxima autoridad del partido. Él fue quien dijo la frase clave: el PSOE no puede podemizarse. Y lo cierto es que se está podemizando por momentos. Primero por el carácter asambleario, que significa que hablan todos pero pobre de aquel que se atreva a desbancar al jefe. Incluso, sobre todo en una primera etapa, se puede discrepar del jefe. Es más al jefe, por ejemplo a Pablo Iglesias, le puede venir bien para acumular más poder, aunque sea por delegación, tener tantos aliados como subordinados (como Pablo Iglesias). Lo que está castigado con pena de muerte, no es discrepar del jefe, sino desbancar al jefe, ni tan siquiera cuestionarle. Pero el sistema asambleario sólo lo dominan los comunistas: los socialistas no son tan cínicos. Recuerden el comunismo, o sea, Pablo Iglesias no son más que una gran mentira. Ahora, el PSOE asambleario pretende segregar el partido en Cataluña: que el PSC se convierta en la CSU bávara. Pero aquí pasa lo mismo que con la autodeterminación: una cosa es unir lo separado y otro separar lo que está unido. Del asamblearismo a la CSU bávara. Miren ustedes, si el PSC se constituye como aliado del PSOE, no como filial catalana del PSOE, el PSOE comenzará a diluirse. Ya lo dijo Javier Fernández: el PSOE no puede podemizarse. Eulogio López eulogio@hispanidad.com