Hay que respetar a las parejas que se casan y a las que no se casan. A los que no hay que respetar es a las que no se quieren”. Si esta frasecita la hubiera perpetrado Isabel Preysler no me habría asustado, el problema es que la perpetró el padre Ángel, que ante una cámara de TV pierde el dominus tecum.

Oiga Padre y ¿por qué no hay que respetar a los cónyuges que no se quieren? Y ya puestos: padre ¿qué es el amor, en qué consiste quererse?

El padre Ángel debería preguntarse por qué su figura es tan ensalzada por los enemigos de la Iglesia

O mejor: si merecen el mismo respeto los que se casan que los que no se casan ¿por qué casa usted a alguien? ¿Para qué el sacramento cristiano del matrimonio?  

Hasta ahora no he tocado al padre Ángel porque me ha parecido solo eso: un cura cuya vanidad no se sentía satisfecha -el sacerdocio satisface poco- y por eso se metió a 'onegero'. Pero hay dos tipos de curas vanidosos: los que dicen chorradas sobre cualquier cosa pero dejan en paz la doctrina, el magisterio, y los que no. A los primeros hay que respetarlos. A los otros, también…

Una persona o una sociedad se define por a quien o a qué halaga, RTVE, la tele de Pedro Sánchez halaga a Isabel Preysler

El padre Ángel debería preguntarse por qué su figura es tan ensalzada por los enemigos de la Iglesia. Quiero decir, por el pensamiento único, por lo políticamente correcto.

Lo otro, lo de la familia Preysler, no me molesta nada. Incluso los silencios de todos los intervinientes en el reportaje de RTVE. Porque esos silencios de RTVE sobre la vida de Isabel Preysler los conoce hasta la potito. 

Pero recuerden, una persona, una institución, una sociedad se define por sus halagos y galardones. En otras palabras, se define por a quien y a qué aplaude. La conclusión parece obvia.