• Ya nadie se entiende con nadie. Tampoco en inglés.
  • Lo que reduce la capacidad argumental de la humanidad. Bastante.
  • Génesis: la causa de Babel fue la soberbia.
  • Su consecuencia: que la humanidad se vio obligada a volver a empezar.
El verano tiene estas cosas: que viajas más. Para un perfil idiomático como el mío, que sólo es capaz de mantener una charla medianamente profunda en español y argentino (bueno, pasablemente en mexicano) el asunto adquiere una importancia relativa: me guío por el lenguaje gestual. Pero lo que percibo es que los que dominan -¿o no dominan?- el idioma universal, el inglés, tampoco se entienden. Y esto parece más grave. Hombre sí, se entienden para cubrir las necesidad básicas de un viaje de turismo o incluso de negocios, pero no para mantener una relación de amistad o pedagógica. A lo mejor nos hemos acostumbrado a aquello de que todos hablan pero nadie escucha. Y sin escuchar, el diálogo es imposible. Lo sé de buena tinta. El mundo se ha convertido en una Torre de Babel, donde la gente entiende para sobrevivir pero no comprende para vivir. De hecho, en este neo-idioma del esperanto-inglés en el que se comunica la humanidad, en el que se manejan un millar de 'ingleses' distintos, en ese paisaje conocido como multiculturalidad, aunque debería llamarse caos, están mal vistas las oraciones largas, no vaya a ser que sobrepasen la epidermis de un concepto o, peor aún, puedan construir un argumento. Lo he observado en aeropuertos, hoteles y demás lugares de paso. Se habla en telegrama, en lenguaje indio, con muchas fórmulas introductorias y escaso contenido. Y ahora recordemos la causa y la consecuencia de la Torre de Babel tal y como lo narra el Génesis, un libro al que de vez en cuando conviene volver. Fue la soberbia de los seres humanos, la que pretendía una construcción tan majestuosa que llegara hasta el cielo. Yo diría que la soberbia actual consiste en pretender abarcar más de lo que se aparenta. Ya saben, lo del racionalista de Chesterton, que pretendía introducir el mundo en su cabeza y claro, su cabeza termina por estallar. La consecuencia es mucho más sencilla y demoledora: Babel obligó a la humanidad a volver a empezar. Por lo demás, todo esta en orden. Eulogio López eulogio@hispanidad.com