• Prohibido tener cenizas de los muertos en casa o esparcirlas por el planeta.
  • Es decir, ni panteísmo ni culto a los muertos (mucho menos culto a la muerte).
  • La Eucaristía, centro de la vida cristiana, contradice a los que hablan del Cristianismo como algo muy espiritual.
Ya saben lo de aquella familia italiana que recibió unas especies culinarias de su tío, emigrado a Estados Unidos. La utilizaron en un guiso y un tiempo después descubrieron que su familiar no les había enviado una sabrosa especie para cocinar sino que la eficiente Administración, fúnebre, había incinerado a su pariente y le habían trasladado sus cenizas. Vamos, que habían perpetrado un canibalismo… pequeñito. La Iglesia Católica ha prohibido tener en casa cenizas de los familiares difuntos o esparcirlas por ahí. Se trata de alejarse tanto de la morbosidad como del panteísmo. Y es lógico. El cristianismo es la religión que otorga mayor importancia al cuerpo, en la convicción filosófica de que el hombre es eso: anfibio de cuerpo y alma. Es más, como decía Chesterton, de cada diez herejías una es materialista y nueve espiritualistas. Y oiga, nada más espiritual que la soberbia, el primer pecado capital. Por lo demás, la Iglesia vive de la Eucaristía. Y la Eucaristía consiste en comer el cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo. Es decir, lo del Cuerpo Místico de Cristo, como recuerda el amigo San Pablo. Eulogio López eulogio@hispanidad.com