El miércoles se cayeron las bolsas, porque Reino Unido y Alemania entraron en recesión. Y el jueves las bolsas continuaron por los suelos.

España tiene tres periódicos económicos, y buenos periódicos. Dos de las portadas del jueves nos decían que la recesión ha hecho tumbar las bolsas. El tercero repetía la misma portada con un “miedo a la recesión”, acompañado por un gráfico bursátil en caída libre.

Pero, queridos colegas, el problema no es que se caiga la bolsa, sino la recesión en sí misma. Cierto que existe relación entre crecimiento económico y mercados financieros, pero no conviene confundir el fin con los medios: en bolsa sólo interviene aquel al que le sobra el dinero. Al menos, aquel al que le sobra algo de dinero una vez cubiertas sus necesidades.

La economía financista consiste en funcionar siempre con deuda, cuando la felicidad consiste en no deberle nada a nadie

Pero estamos empeñados en pensar en una economía ‘financierizada’, como decía Juan Pablo II, una economía financista donde lo que importa no es satisfacer las necesidades básicas del individuo, sino sacar rendimiento al dinero sobrante… cuando ya se han cubierto esas necesidades.

La economía financista, es, también, aquella que funciona siempre con deuda cuando el secreto de la felicidad consiste, precisamente, en no deber nada a nadie.

Oiga: lo malo es que caiga el PIB, no que se caiga la bolsa.