España cuenta ahora con dos problemas: el desprestigio, -otra vez- de la monarquía tras la salida de pata de banco de la Reina Letizia y la libertad de prensa.

Los medios tradicionales, los multimedia, se han vuelto serviles. No es que hayan cambiado de ideario, es que les importa un bledo el ideario y reparan en sus intereses porque la máxima en el periodismo de hoy es sobrevivir.

Los multimedia tradicionales ya no se guían por su ideario sino por su interés. Su lema es la supervivencia

Además, los poderes político y económico han dejado de creer en la necesidad de un periodismo moderadamente libre. Para ellos, cualquier reflexión sobre el papel de los medios conduce a la pregunta: ¿cuánto cuesta?

 

Por otra parte, la prensa independiente de Internet, donde sigue estando la esperanza de una información más libre, está siendo económicamente fagocitada por los grandes, aliados con los redichos poderes económico y político y con el enemigo más temible: el pensamiento débil que es pensamiento único, políticamente correcto.

Y para los poderes político y económico, la única pregunta sobre la prensa es: ¿Cuánto cuesta?

Además, esa prensa independiente de Internet sufre por la falta de medios para desarrollar su labor y sube por su propia tendencia a la chabacanería intelectual. En el reino de la libertad, es cierto, cunde la vulgaridad, pero la libertad es tan necesaria como el oxígeno. El peligro, ahora, es de libertad.

Y en cuanto a la monarquía borbónica, pues con una sociedad en enfrentamiento civil, no puede permitirse dejar de ser un referente, no ya de moralidad, pero sí al menos de unidad entre los españoles. La anécdota de Palma se recordará durante mucho tiempo.