Blandura y falta de rigor en el cumplimiento del deber. Esa es la definición académica de lenidad, que es de lo que el obispo argentino Héctor Aguer, una de las voces más prestigiosas del episcopado argentino (sí, no muy amigo de Francisco, ciertamente) ha acusado a los obispos españoles por su silencio e inacción ante la expulsión de los benedictinos del monasterio del Valle de los Caídos y la previa demolición de la cruz. 

La bronca del colega porteño a los prelados españoles va más allá: "pacifismo estólido" y "buenismo derrotista": un obispo argentino les saca los colores a los prelados españoles. ¡Que vergüenza!

Durísima alusión a la memoria histórica de España, un país evangelizador que ahora necesita ser evangelizado. Y nuestros obispos no parecen ocuparse de ello

Durísima alusión a la memoria histórica de España, un país evangelizador que ahora necesita ser evangelizado. Y nuestros obispos no parecen ocuparse de ello. 

Aguer pone el dedo en la llaga: la labor del pastor es defender a las ovejas... sin temor al lobo. Y oiga, mejor una Iglesia pobre y libre que pueda plantar cara al Gobierno más cristófobo, aunque anticlerical, que España ha conocido desde hace más de un siglo.

Aguer pone el dedo en la llaga: la labor del pastor es defender a las ovejas... sin temor al lobo

En cualquier caso, el artículo de monseñor Aguer ("La Eucaristía: servicio esencial") no tiene desperdicio (Ver más abajo documento adjunto). Ahora ya sólo falta que un obispo español -o muchos, o todos- haga lo propio.