• Ya no es la primera potencia del mundo.
  • Es una situación nueva en la historia. Y lo malo es que el chiflado de Corea lo sabe.
  • O, al menos, lo sabe su profe, el educado chino Xi Jinping, lo sabe muy bien.    
  • Para la legítima defensa no se precisa un gran ejército, sino una causa justa.
Kim Jong-un ha vuelto a demostrar que le asustan mucho las amenazas. En cuanto Donald Trump le promete comerle con patatas. El oligofrénico de Pionyang lanza otro pepino. Y además, va aprendiendo. Entonces se reúne el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, un organismo serio, y se ponen a hablar de paz. El decepcionante Vladimir Putin asegura, por boca de sus portavoces, que las sanciones no sirven para nada. Muy cierto. Y entonces, ¿hay que dejar que el paranoico de Kim pase a los hechos? China calla, porque le interesa que Pionyang continúe incordiando a sus aliados occidentales. Sí, aliados, porque ahora la mayor tiranía del mundo es nuestro amigo dado que comerciamos mucho con ellos: nosotros compramos y ellos nos venden. Mientras, Estados Unidos intenta disimular que ya no es la primera potencia mundial. No porque no tenga potencial militar sino porque no tiene la convicción de usarlo. Estados Unidos no ha perdido la guerra simplemente no da la batalla. Y Europa, tres cuartos de lo mismo. Porque la legítima defensa -y de eso hablamos- no exige disponer de un gran ejército: lo que necesita es una causa justa, legítima. Es una situación nueva en la historia. Y lo malo es que el chiflado de Corea lo sabe. O, al menos, lo sabe su profe, el educado chino Xi Jinping. Eulogio López eulogio@hispanidad.com