• El nuevo invento del Nuevo Orden Mundial (NOM), los delitos de odio, son liberticidas.
  • Por de pronto, pretenden censurar a toda la sociedad según lo políticamente correcto.
Vengo advirtiendo contra los 'delitos de odio', el último invento del Nuevo Orden Mundial (NOM) pero, al parecer, yo solito no he conseguido crear la más que conveniente alarma social. Hoy, martes 17 de mayo, Día Mundial contra la Homosexualidad y la transfobia, conviene insistir. A este respecto, me ha gustado la aportación de Alerta Digital que ofrece otra voz de alarma y que, sobre todo, aclara el sinsentido de regular los delitos de odio, palabra importante que, trasladada al campo jurídico resulta un poco cursi y un mucho vacua. Porque el inventito de los delitos de odio está cundiendo por todo el mundo y es ferozmente liberticida. En España fue Zapatero, cómo no, quien lo introdujo, artículo 510 del Código Penal y el PP de Rajoy, cómo no, quien lo ha conservado e incluso corregido y aumentado. Recuerden que Rajoy es un político conservador. Como recuerda Juan Manuel de Prada, el PP es un partido conservador: conserva toda la porquería que le deja el PSOE y, a veces, añade algún detritus más. En definitiva, hasta cuatro años de cárcel por ofender a alguien por razón de sexo u opción sexual. Por razón religiosa no se preocupen que no se utiliza o pasa lo que con Rita Maestre: que queda impune y encima la jetas se crece y utiliza el sacrilegio y la ofensa para medrar políticamente. Para entendernos, el Nuevo Orden Mundial (NOM) consigue con los delitos de odio silenciar cualquier crítica, por respetuosa que sea, contra la homosexualidad. No defiende a los homosexuales sino que imponen el homosexualismo, que es cosa distinta. Además, los delitos de odio van mucho más allá de la justicia a los hechos y palabras, tal y como ocurre con el tradicional delito contra el honor, en forma de injuria o calumnia. Porque en injurias y calumnias hay hechos, palabras que juzgar. En los delitos de odio no: estás juzgando sentimientos, estás juzgando el interior de la conciencia. Y eso es sencillamente imposible. Al final, se está entronizando la susceptibilidad interesada de nuestros peores ciudadanos al tiempo que censurando la libertad de expresión. En definitiva, no te atrevas a hablar contra la homosexualidad o contra los travestis, aunque lo hagas con todo respeto hacia homosexuales, transexuales y travestis: te arriesgas a terminar en la cárcel. Eulogio López eulogio@hispanidad.com