En 2019 hay más muertes por violencia doméstica (o machista, o de género o contra la mujer, o como quieran llamarlo) que en 2018. El feminismo imperante, empezando por nuestros políticos ‘feministos’, es incapaz de entender qué es el amor -donación de uno mismo- o qué es el matrimonio -compromiso y apertura a la procreación- se hace cruces -bueno, de eso, más bien poco- y se pregunta cómo es posible.

Es el gran engaño: pensar que mediante leyes, teléfonos gratuitos, jueces y policías, se puede evitar la violencia contra la mujer.

El feminismo es machismo con faldas: ninguno de los dos entiende qué es el amor ni qué es el matrimonio

Lo único que ha logrado el feminismo es que cuando la ira se desata en la pareja el varón golpee a la mujer, a veces hasta la muerte y luego se suicide. Dos homicidios por el precio de uno.

Pero, vuelta la burra al trigo, nuestras feministas y feministos son incapaces de rectificar y pretenden normas más duras, más injustas con el varón o más ideología de género. Es decir, justo lo contrario de lo que procede.

Aunque luego rectificara para no escandalizar -pues escandalizar no es no es la función de un Papa-, Francisco tenía razón: el feminismo no es más que machismo con faldas.

La ley contra la violencia de género, votada por unanimidad en el Parlamento, en otro de esos consensos políticos engañabobos, norma supuestamente promulgada para defender a la mujer, se ha vuelto, por injusta con el varón, contra la propia mujer y ha aumentado la violencia entre sexos. No entienden que cuando se trata de familia lo que es malo para un sexo es malo para el otro. Es lo mismo que ocurre con otra gran mentira, la del aborto terapéutico: un absurdo, porque lo que es bueno para la madre es bueno para el hijo nonato, y viceversa.

Es muy simple: cuando el rencor sustituye a la donación, cada sexo utiliza sus mejores armas. El varón, la fuerza bruta

En efecto, el feminismo es machismo con faldas: ninguno de los dos entiende qué es el amor o qué es el matrimonio.

Y la explicación de la violencia doméstica es muy simple: cuando el rencor sustituye a la donación, cada sexo utiliza sus mejores armas. El varón, la fuerza bruta.

Ahora pueden seguir con leyes represivas del varón: solo conseguirán más homicidios y más suicidios. A lo mejor sería interesante explicar que el matrimonio -aunque suena muy romántico, señora Carmen Calvo- es entrega mutua y sumisión: sí sumisión recíproca del varón a la mujer y de la mujer al varón y que la familia es una célula de resistencia a la opresión, porque la única ley imperante en ella es la entrega y la apertura a los hijos, la más intensa de las donaciones humanas, tanto para ellos como para ellas. Y que el Estado no entre en la familia, porque en el Estado a la gente se le mira por lo que aporta, en la familia, por lo que es.

Sí, mucho me temo que más feminismo provocará más violencia contra la mujer, más machismo.