Estamos dando el paso desde la secularización a la profanación. Una cosa es separar al Estado de la Iglesia, que nunca podrán separarse del todo porque los católicos somos Iglesia y somos Estado y otra distinta es atacar los lugares de culto, particularmente la Eucaristía, e ilegalizar los principios cristianos.

Separar Estado de Iglesia al 100 por 100 no es posible, porque los católicos somos iglesia y somos Estado.

Entre esos principios están, por ejemplo, el derecho a la vida o que el matrimonio está compuesto por hombre y mujer.
Porque entonces estaremos en lo que estamos ahora mismo: en la persecución pura y dura por razones de fe.