Valencia sólo permite reuniones en la calle para dos personas. Esto imposibilita muchas cosas: por ejemplo las eucaristías públicas.

En Portugal, es mucho más grave: los propios obispos han decidido suspender la eucaristías y demás actos de culto y cerrar las Iglesias.

Parece el prólogo de la gran profanación, cuando la propia iglesia acceda a prohibir la Eucaristía que acabará por sustituirse por la adoración de la Bestia.

¿Mucho? No, mucho es lo que está ocurriendo. La Iglesia vive de Eucaristía y un obispo jamás debe prohibir las eucaristías. Ni tan siquiera en peligro de martirio.