• Jerarquía de enemigos de Obama: primero Rusia, luego Al-Asad, luego el ISIS.
  • Todo indica que el derribo del avión ruso fuera una orden de Estados Unidos a Turquía.
  • Desde luego, Erdogan no se habría atrevido a retar a Moscú.
  • La desastrosa gestión de Obama ha supuesto el mayor avance del fanatismo islámico en el mundo.
  • Los norteamericanos viven en la Guerra fría en plena era de terrorismo islámico caliente.
No me creo nada sobre el montaje del derribo del bombardeo ruso por cazas turcos. Me suena a chino. Lo único que me creo es el hecho en sí, mondo y lirondo: que los turcos han matado a un aviador ruso y han destrozado uno de sus bombarderos. Si realmente invadió el espacio turco y se le avisó hasta diez veces en cinco minutos, ¿por qué cayo en territorio sirio? No me creo la velocísima reacción de la OTAN. El incidente ocurre por la mañana. A primera hora de la tarde, la OTAN ya había decidido que la razón correspondía a su socio, Turquía, y el bombardero ruso era culpable. Rueda de prensa Hollande-Obama, el tinglado de la antigua farsa. El francés se arruga ante el presidente norteamericano, da un giro copernicano a su alianza con Rusia y decide que Al-Asad es el culpable y que va a convencer a Putin -seguro- de que vuelva al redil. Y todo esto, a mayor gloria de un personaje siniestro, el presidente turco Erdogan, otro fundamentalista islámico, sólo que con corbata y dentro de la OTAN. Sigo con mis incredulidades: no me creo que una hora después de sucedido, mandos norteamericanos insistieran en lo mismo: el bombardeo ruso era culpable y se le había avisado hasta diez veces. ¿Cómo lo sabían? Lo sabían porque todo indica que se trata de un hachazo, por conducto interpuesto, conducto turco, de Barack Obama a Vladimir Putin, que no acepta las órdenes de Washington. Erdogan jamás se hubiera atrevido a derribar un avión ruso. Todo, para mantener la inconmensurable soberbia de un presidente norteamericano cuya desastrosa gestión ha supuesto el mayor avance del fanatismo islámico en el mundo durante los últimos seis siglos. Obama sigue defendiendo que existe un Ejército de rebeldes a Al-Asad. En efecto, un ejército apoyado por Estados Unidos y ahora controlado por Al Qaeda. Son los que se comían los corazones de sus enemigos y los que están masacrando cristianos en Iraq y Siria. Muy democráticos, todos ellos. Es una gran mentira que pueden colar, donde el amigo ruso se convierte en enemigo y el enemigo Erdogan, o el mismísimo Estado Islámico, se convierten en medio amigos. Es el mundo al revés. Y, por supuesto, con el derribo del avión se rompe la alianza natural: Rusia y Occidente contra el Estado Islámico. El 'califa' Abu Bakr Al-Baghdadi (en la imagen) debe estar feliz con Obama y su jerarquía de enemigos: primero Rusia, luego Al-Asad, luego el ISIS. Y ojo, en esta memez de su presidente colaboran muchos ciudadanos norteamericanos, aquellos que tan bien reflejara Steven Spielberg en la película Que vienen los rusos. Los norteamericanos viven en la Guerra Fría en plena era de terrorismo islámico caliente. Y aquí el único que parece tener algo de sentido común es Vladimir Putin. Que no es un santo, pero sí un tipo con principios, no de ideologías e intereses y orgullos varios como otro que yo me sé. Eulogio López eulogio@hispanidad.com