• Las actrices de Hollywood se vistieron de luto pero escasas de textil.
  • Secundadas por los varones feministos de la zona: un tipo de idiota cada vez más numeroso.
  • El gremio femenino del cine considera que la mitad de la humanidad ha nacido para admirarlas y la otra mitad para admirarlas.
  • Proclamar derechos no basta para una convivencia justa. También hace falta ausencia de mala uva.
Globos de Oro de la caradura 'jolivudiense'. Hasta una exaltada estrella de la tele cutre acabaría gritando que se había acabado la era del hombre y nacía la era del orco, perdón, la era de la mujer. Las actrices de Hollywood (en la imagen Jessica Chastain) aprovecharon la gala de los Globos de Oro para forzar al tipo más estúpido de varón el feministo a exhalar sandeces. Todas ellas se vistieron de negro y carne para luchar contra el acoso mientras acosaban con la carne. Algunas llevaban más negro y otras llevaban más carne. Las pobres actrices perpetuamente acosadas por el pérfido varón no pudieron hacer otra cosa que vestirse de luto pero, costumbre obliga, con escaso textil. Es decir, que lucían luto y carne para demostrar que la mujer tiene todo el derecho a acosar al hombre con su vestimenta pero al varón que ni se le ocurra mirar lo que ellas enseñan, porque estarían cayendo en vulgarísimo machismo, condenable ante los tribunales y penado con pena de prisión. Del varón, admiración y contención. Ergo, muy solidarias con ellas mismas y muy poco con el conjunto de las mujeres. Estamos ante unas actrices que dividen a la humanidad en dos mitades. La primera para admirarlas y la segunda para envidiarlas. Y les secundan un grupo de varones, los feministos, cuyos niveles de idiocia aumentan cada hora. ¿Que toda mujer tiene todo el derecho a exhibir su cuerpo? Sin duda, todos tenemos derecho a todo. Lo plantearé de otra forma: ¿tiene la mujer derecho a la impudicia sin ser molestada por ello? Naturalmente que sí. Insisto: si me fuerzan el argumento, todos tenemos derecho a todo, pero proclamar los derechos no basta para una convivencia justa: hace falta tener menos mala uva. Y luego está la hipocresía. Toda mujer sabe perfectamente el efecto que provoca (bueno, algunas lo exageran en su portentosa imaginación). Por tanto, las actrices de negro y carne que se exhibieron en los Globos de Oro no son sino unas hipócritas que cayeron en el pecado que siempre pierde la mujer: su irrefrenable vanidad que le impele a convertirse en el centro de cuanto le rodea. En el entretanto, contra el acoso masculino, siempre matonil y repugnante, acoso femenino en negro y carne: negro ceñuda y generosa pechuga… no menos repugnante. Eulogio López eulogio@hispanidad.com