Es una constante de los tiempos de decadencia: recurrir al profesional, al experto.

De esta manera no nos enfangamos nosotros y además siempre podemos echarle la culpa si las cosas no salen como habíamos planeado.

La profesionalidad no es una virtud: es que cobras por lo que haces

Una tontuna, porque lo primero que hace un profesional antes de abordar un proyecto es buscar a quien echarle la culpa si… vienen mal dadas. En cualquier caso, recurrimos a los profesionales tal y como hicieron los romanos, que cuando se sintieron incapaces de la fortaleza necesaria para mantener el imperio comenzaron a pagar a los bárbaros que les defendieran. Poco después, en términos históricos, cayó el Imperio.

Vivimos tiempos de decadencia. La madre delega la educación y cuidado de sus hijos en la empleada del hogar, los soldados no luchan para defender a su patria sino por la soldada, y las unidades supranacionales, los nuevos países, por ejemplo, Europa, se forjan con un intercambio pecuniario propio del mercado de abastos más cutre del universo: cuánto pongo y cuánto recibo.

El aficionado es mucho más noble: es el que siente los colores, también en las olimpiadas

Habrá que recordar que el aficionado es mucho más noble que el profesional: es el que siente los colores, también en las olimpiadas.

Las madres recurren a las empleadas del hogar, los soldados no luchan por la patria sino por la soldada

En el mundo económico, las multinacionales se  rigen desde fuera por unos señores llamados consultores, que sólo buscan la eficiencia, jamás el bien común de todos los elementos de la sociedad (clientes incluidos) y a los que la ética les importa una higa. 

Las multinacionales son regidas desde fuera por unos señores llamados consultores, que sólo buscan la eficiencia

Habrá que recordar que la profesionalidad no es una virtud: es cobrar por lo que haces y no hacer ni una miajita más de lo que cobras. En ocasiones, menos.