La Iglesia siempre aparece como la derrotada porque el Reino de Cristo es como el grano de mostaza: diminuto en origen y en toda sus acciones pero luego crece más que cualquier otra hortaliza.

Traducido: la Iglesia parece vencida por el mundo -por ejemplo, con la reaccione frent al coronavirus- pero, al final, acaba imponiéndose. La historia lo prueba: los grandes imperios, culturas y civilizaciones han dio cayendo mientras la iglesia permanece más de 2.000 años. El mundo siempre vence en espacio, en grandiosidad, pero su debilidad es de origen: se percibe cuando comprobamos que el mundo siempre pierde en el tiempo. Al final, todo poder se derrumba y la Iglesia permanece. No hay manera de derrotarla porque es el Cuerpo Místico de Cristo y Dios pierde batallas pero siempre gana la guerra. La Iglesia sobrevive a todos sus enemigos. Por algo será.

La Iglesia sobrevive a todos sus enemigos. Por algo será

Cuando Napoleón amenazó al cardenal Ercole Consalvi, secretario de Estado de Pío VII, con destruir a la Iglesia, el obispo le respondió: ”Imposible Excelencia, ni nosotros mismos lo hemos conseguido”. Es decir, la Iglesia sobrevive al poder aunque el espejismo de la historia consiste en pensar que eso del amor está muy bien pero lo importante en la vida son los asuntos políticos, económicos culturales y científicos. Todavía no conozco una sola conclusión cultural -lo políticamente correcto- que no se haya ido a la porra en dos generaciones, ni una “evidencia científica” que no haya sido impugnada en media generación. Respecto a los planteamientos políticos o económicos… no suelen durar más allá de dos meses y, encima, en las cuatro cosas, el hábito de la humanidad consiste en presentarnos la moda como tradición. Es decir, en presentarnos como nuevo lo que se quedó viejo anteayer y en presentarnos como decisión definitiva, lo desechado hace 20 años, a veces menos.

El enigma Consalvi: ni los obispos han conseguido destruir a la Iglesia

Y ahora es el momento de reparar, por ejemplo, en el cambio climático, en la economía inclusiva, en la trasformación digital, en el panteísmo ecologista en la asunción como normal y deseable, como un derecho humano, aberraciones como la ideología de genero.

No durarán más de dos generaciones… en el mejor de los casos y transcurrida una generación nos las presentarán como nuevas. Lo único que permanece más allá de esta sucesión circular e impotente de muertes y resurrecciones sucesivas, lo único que tiene vida, resulta… que es la putrefacta Iglesia.

No conozco ni una “evidencia científica” que no haya sido impugnada en menos de una generación

Y todo ello, como reconocía Consalvi, a pesar de la jerarquía.