No niego la menor intención de defender a Diego Ramón Jiménez Salazar, Diego el Cigala. A lo mejor es que no valoro el flamenco como debiera. Pero compruebo que su detención en Madrid tras una denuncia por violencia de género de su esposa, repite el mismo esquema de la Ley contra la Violencia de género que fue aprobaba por unanimidad en el Congreso, PP incluido.

La norma se ensaña con el varón, en el sentido de que basta la sola denuncia de la mujer para que, sin ningún tipo de diligencia judicial o policial, la Guardia Civil le meta en el trullo. Muchas veces delante de los hijos de la pareja.

En efecto, la pareja de El Cigala le ha denunciada en Jerez por malos tratos y la Guardia Civil coge al Cigala y, sin comprobación alguna sobre la veracidad de la acusación o los pormenores, le encierra en prisión, donde el cantaor ha pasado la noche.

Oiga, ¿y si luego es declarado inocente? Se siente, ya está marcado.

¡Y pobre de ti como te atrevas a disentir!