• 1.- La gente está descubriendo quién es Puigdemont: el patético Puchi.
  • 2.- La gente está comprendiendo el juego de los neocomunistas de Podemos y les retira su apoyo.
  • 3.- Pero casi la mitad de los catalanes quiere separarse de España.
  • O, al menos, quiere quererlo.
Lo ha dicho Pablo Iglesias ante las elecciones catalanas: podemos aliarnos con las fuerzas progresistas: PSC o ERC. Pero excluye a PDeCAT, o a los partidos "de extrema derecha de Arrimadas y Albiol". Ya lo saben, PP y C's son partidos de extrema derecha. En breve, fascistas. Y lo de aliarse con el PSC no se lo crean: es la coartada que precisa Podemos para no ser tildados de lo que son: comunistas. Todavía existe la memoria… histórica del estalinismo. Y todo esto es una infamia pero resulta muy lógica. Para los comunistas, disfrazados de progresistas pero igualmente totalitarios, no puede existir una derecha democrática. El mero hecho de reconocer que un demócrata puede ser de derechas echaría por tierra toda su ficción, la gran ficción: la de que el comunismo puede ser democrático. O lo que es más importante: que el comunista puede respetar la libertad ajena. En el momento en que lo hace, se acaba el comunismo. Y claro, la gente no se ha tragado eso de que estamos a favor de que Cataluña siga en España pero abogamos por el referéndum para votar si nos vamos de España. Demasiado alambicado, demasiado mentiroso, demasiado comunista. Otra nota: la rueda de prensa de Puchi en Bruselas ha terminado por dibujarle, hasta en las mentes menos informadas, como lo que es: un mediocre un poquito patético. El perseguido por el Estado fascista español, que teme por su vida y su integridad, incluida la integridad mental, se muestra ante los catalanes como lo que es: ni héroe ni villano, simplemente ridículo. De cualquier forma, en todo lo que ha ocurrido, por parte catalana, más responsabilidad tiene Artur Mas que Carlos Puigdemont, Tercera nota. Mariano Rajoy, hoy triunfalista, no debería olvidar que a pesar de la rapidez con la que se está produciendo la intervención, casi la mitad de los catalanes quiere separarse de España. O, al menos, quiere quererlo. El problema es ese: lo otro es administración y burocracia. Eulogio López eulogio@hispanidad.com