• Juan Español ya no se pregunta qué quieren los catalanes.
  • Ahora se preguntan qué se han creído los catalanes.
  • Lo que Salvador Sostres llama superioridad moral de los separatistas es lo que los clásicos conocían como orgullo espiritual.
  • Y también lo calificaban como el peor de todos los vicios.
  • Lo que mantenía unida a España es la fe cristiana. Muerta la fe, muerta la comunidad.
  • ¿Qué es lo que se puede hacer ahora? Pues neutralizar al orgulloso y acoger el humilde.
  • Traducido: tender la mano al catalán y neutralizar al separatista.
  • La era del diálogo se terminó.
Ya lo hemos dicho en Hispanidad. El español medio, Juan Español, se preguntaba hasta hace unos meses lo siguiente: pero ¿qué quieren los catalanes? Y la única manera de neutralizar la concusión obvia de ello (¡Que se vayan y nos dejen en paz!) era advertir que el que se vayan condenaba a la mitad de los catalanes que, además de catalanes, se sienten españoles, además de ofender al conjunto de los españoles que, por españoles, son catalanes. Pero es que ahora Juan Español se pregunta otra cosa. Se pregunta "quiénes se han creído que son estos tíos". Y eso es más grave. Salvador Sostres (en la imagen) repite que el problema del independentismo catalán es que se cree moralmente superior al resto. Es lo que los clásicos calificaban como 'orgullo espiritual'. La soberbia sobre lo material es casi inocente comparada con la soberbia espiritual, cosa que Sostres califica como superioridad moral. ¿Y por qué el divorcio interno de los catalanes y el externo de Cataluña con España? Por la descristianización de Cataluña y del conjunto de España. Si no hay ideal común tampoco hay comunidad. El ideal de España siempre ha sido la fe cristiana. Ahora bien, el enfrentamiento civil llega cuando ese Juan Español no distingue -y la verdad es que cuesta- entre el catalanismo y el separatismo. Demasiados matices, sólo al alcance del oído de un melómano. Entonces, llegados a este punto ¿qué se puede hacer? Pues neutralizar al orgulloso y acoger al humilde. Traducido: tender la mano al catalán y neutralizar al separatista. La era del diálogo se terminó. ¿Con quién y sobre qué vas a dialogar? ¿Con unos majaderos que están deseando ver un carro blindado con bandera española entrando por la Diagonal? Marta Rovira no sólo miente cuando habla de que el Gobierno español les amenazó con la violencia y con muertos y sangre. Los únicos que buscaban muertos y sangre, al menos un muerto, eran los separatistas. Entonces sí que su campaña de victimismo se habría propagado por toda Europa. Qué digo: por todo el planeta. Pero el catalán no es un majadero: sólo el separatista catalán. El segundo es verdugo, el primero es la víctima: hay que estar siempre con las víctimas. Eulogio López eulogio@hispanidad.com