• ¿Puede arreglarlo el hombre? No. Ni aunque volviéramos a la caverna.
  • ¿Es culpable el hombre? ¡Qué importa! No hay que buscar culpables sino soluciones.
  • El calentamiento global no es ciencia: es histeria colectiva.
En cuanto llega el verano hablamos de cambio climático y calentamiento global. En julio, en el hemisferio norte y en diciembre, en el hemisferio sur. Ahora bien, supuesto y no admitido que, en efecto, la tierra esté tan caliente que queme y que el desastre telúrico esté a la vuelta de la esquina y suponiendo, también, que el hombre es culpable del desastre. ¿Qué puede hacer la humanidad por evitar el Apocalipsis? Les respondo: absolutamente nada. Bueno, sí, para los cristianos, puedes confiar en Dios y encomendarte a su Providencia. Pero, para el resto, les aseguro que, aunque cierren todas las centrales nucleares y volvamos a la caverna, no enfriaremos la tierra ni una décima de grado. Además, ¿seguro que el calentamiento global es el verdadero peligro que nos aguarda? Cualquier sorpresa astral puede provocar cambios mucho más profundos, y desde luego más letales, que todos los cambios climáticos producidos por las centrales eléctricas y los coches. Lo de la Providencia no sólo es que sea más cierto: es que es más práctico. Y eso que no entró aquí en la variable del asteroide. Porque lo malo es que el calentamiento global no es ciencia: se ha convertido en peligrosa histeria colectiva. Toda la humanidad forzada a malvivir (o a extinguirse, porque una de las obsesiones consiguientes es que no hay que tener hijos para no perjudicar al planeta) y a la angustia, ante un problema irresoluble. Entonces, ¿para qué el esfuerzo? Mejor confíe en Cristo. Insisto: mucho más eficaz. Eulogio López eulogio@hispanidad.com