Si el tercer partido más votado de España no puede acudir a un barrio, ya no periférico, como es el madrileño de Vallecas, sin que les agredan… ¡entonces debe organizar un mitin cada día en el mismo sitio, para volver a la normalidad!

Es lógico que la batalla sea la batalla de Madrid, porque es en Madrid, no en Cataluña, ni en Euskadi, ni en Andalucía, donde nos jugamos el futuro de España. Que no significa que gane Ayuso -no es una política cristiana por muy simpática que resulte en estos momentos y aunque haya tomado prestados argumentos cristianos- sino Vox, que curiosamente sí es un partido cristiano, no ultra. Es cierto que ahora se ha dejado llevar por la vorágine política y ejerce como partido católico menos de lo que debiera. 

Una vez más, Iglesias y Monedero han demostrado ser dos matoncitos cobardes: galvanizan a las masas contra los ‘fascistas’, pero ellos se quedan en retaguardia. Son ellos los que provocan y llaman provocadores a las víctimas. Como guinda de la tarta, el resumen embustero de Pablo Iglesias demuestra lo que es: matoncito cobarde… y embustero.

Vox debe volver a Vallecas. Mañana mismo.