No soy del Barça pero lo cierto es que detener al presidente saliente días antes de las elecciones presidenciales, oiga, tiene su aquel. Y el motivo también lo tiene: se les detiene, a Josep María Bartomeu y a varios de sus colaboradores, por pagar para hablar mal de sus propios jugadores. Curioso.

Lo cuenta mejor que bien el ex ministro del Interior, Jorge Fernández, que algo sabe de esto, en el diario La Razón. Y en lo primero que he reparado es en que se trata de una operación policial, no judicial.

Recuerden que no hablamos de un grupo terrorista o de unos narcos que puedan darse a la fuga. Hablamos del hasta hoy todavía presidente del Barça.

Y ojo, como le ocurrió a otro ex presidente, Sandro Rosell, a lo mejor luego los tribunales le declaran inocente, pero su imagen pública ya ha sido condenada y nunca más levantará.   

Y la conclusión es muy sencilla. Cualquier policía, cualquier fiscal, puede montarte el pollo. Se juega con vidas y famas con una especial celeridad. El rey del mambo es hoy aquel que sabe utilizar a los tribunales contra su adversario. Y si es el poderoso quien lo hace, basta con la policía. Se consigue el mismo efecto.

Bartomeu, seas culpable o inocente, estás muerto.